¿POR QUÉ CELEBRAR LA NAVIDAD?
Por: Gloria Dorys Álvarez García
“Celebraré la Navidad de todo corazón y procuraré hacer lo mismo durante todo el año. Viviré en el pasado, en el presente y en el futuro.” Dickens
Los mejores momentos de mi infancia se remontan a las tardes en las que, junto con mis hermanas, solíamos ir a la iglesia del pastor Marcos Arteaga para ensayar, con el acompañamiento de su acordeón, el programa de navidad. Generalmente, eran incluidos los cánticos navideños clásicos como: Noche de Paz, Blanca Navidad, El Tamborilero y El burrito Sabanero, entre otros. Y aunque no tengo muy buena voz, la actitud y la sonrisa solían disculpar cualquier nota desafinada. Luego, después de tantos ensayos, por fin, llegaba la noche más anhelada: La del 24 de diciembre, siempre había un regalo que abría con mucha avidez. De todos, rememoro uno de manera muy especial: una pequeña muñeca en su cochecito. En cuanto a la comida, aparte del hornado de chancho, no podían faltar en la mesa las deliciosas empanadas de añejo acompañadas con el humeante café recién colado en bolsa de lienzo. Pasaba esa feliz noche y al día siguiente, había un traje para estrenar, que con gran dedicación y cariño confeccionaba mi mamá con su máquina de coser Singer. Recuerdo, particularmente, un vestido rosa cuyo cuello fue bordado a mano por ella.
Sin embargo, con el transcurrir de los años, me he venido enterando que algunos hechos, símbolos y personajes de la navidad, no son tan exactos o precisos como mi mente infantil creía , por ejemplo:
- Según la tradición popular celebramos la navidad el 25 de diciembre porque se dice que ese fue el día en que nació el niño Jesús. Sin embargo, si se revisan los cuatro evangelios de la biblia, no existe una manera certera de confirmarla. Es más, para esos días ni siquiera se contaba con el calendario que hoy tenemos. Más bien todo indica que fueron algunos Papas los que determinaron la fecha de la navidad. En efecto, la historia da cuenta que para esa fecha se celebraban, en Roma, fiestas paganas en honor a Saturno el dios de la agricultura y de la cosecha. De ahí que los antecedentes de la navidad se sitúen en los años 320-353, durante el mandato del papa Julio I, quien fijó la solemnidad de Navidad el 25 de diciembre, a pesar de la creencia de que Jesucristo habría nacido durante la primavera, quizá con la intención de convertir a los paganos romanos en cristianos. Posteriormente, en el año 440, el Papa León Magno estableció esta fecha para la conmemoración de la Natividad casi un siglo más tarde. Y en el año 529, el emperador Justiniano la declara oficialmente festividad del Imperio1.
- En la copa del árbol de navidad se acostumbra poner una estrella, como una manera de recordar la “estrella de Belén”, el astro que guió a los reyes magos hacia Belén. Sin embargo, en el diciembre del año pasado, asistí a una conferencia en el Planetario de Bogotá, en la que el astrónomo, Germán Puerta expuso las diferentes hipótesis de lo que pudo haber sido:¿una estrella?, ¿una supernova?, ¿un cometa?, ¿una conjunción planetaria?’. Es así como al final de todos esos planteamientos, Puerta dedujo como la más probable la teoría según la cual la “estrella de Belén” habría sido una conjunción planetaria entre Saturno y Jupiter, esto acorde con los estudios del astrófísco, Grant Mathews, profesor de Astrofísica Teórica y Cosmología en la Universidad de Notre Dame (EE.UU).
- La figura del gordito alegre y bonachón que comanda un trineo mágico volador desde el Polo Norte, en compañía de sus nueve renos, y que ingresa por las chimeneas de las casas para dejar los regalos de navidad a los niños y niñas que se han portado bien, fue realmente el resultado de una estrategia publicitaria de Coca Cola, cuando en la navidad de 1931 encargó al caricaturista norteamericano Thomas Nast para que lo dibujara tal como hoy permanece en el imaginario popular con vestido rojo, cinturón y botas negras.
Ante esto me pregunto: ¿ por qué sabiendo todo esto, muchos adultos y niños, entre los que me incluyo, seguimos esperando esta época con infinita alegría y alborozo?
Pues, bien, frente a la fecha de nacimiento de Jesús y la celebración de la navidad el 25 de diciembre. Lo verdaderamente trascendental es tener la convicción de que a pesar de no conocer la fecha exacta de su nacimiento, sabemos que un día cualquiera llegó para enseñarnos una bella historia de amor y perdón. En la que rectificó la imagen de Dios, mostrándolo como un ser amoroso e indulgente, diferente del castigador y vengativo del antiguo testamento..
Pese a no conocerse la fecha del nacimiento de Jesús, no puede pasarse por alto su celebración,, dado su gran significado para la humanidad. Y poco importa no festejarlo el día correcto , más aún cuando existe una fecha consensuada universalmente para festejar ese hermoso acontecimiento, ¿por qué desaprovechar esta magnifica oportunidad?
Al igual, si bien la figura y apariencia de Papá Noel o Santa Claus es el resultado de una campaña publicitaria de Coca Cola, sí hubo un hombre de carne y hueso que lo inspiró: San Nicolás de Mira o San Nicolás de Bari, patrono de los niños y quien fue un obispo distinguido por su bondad y generosidad para con los demás.
Y en lo que concierne a la falta de precisión sobre la naturaleza del cuerpo celeste que guió a los reyes magos hacia Belén, parece no tener mayor importancia si se tiene en cuenta que independientemente de que se hubiera tratado de un cometa o de una conjunción planetaria, fue el mismo cielo el que dio noticia del lugar dónde ocurrió el hecho.
Así, independientemente de los cuestionamientos históricos y científicos frente a algunos de los fundamentos y símbolos de la natividad, de que sea vista como una oportunidad para incentivar el excesivo consumismo que abulta el bolsillo de los comerciantes y de que la finalidad de la navidad sea distorsionada para incurrir en muchos excesos. Hay algo que no se ve, pero que se siente en al aire y se percibe como una suave magia que parece tener en nosotros un efecto de encantamiento. Es muy difícil describir en qué consiste, pero me aventuro a describirlo como aquello que se respira y tiene como efecto maravilloso despertar sentimientos fantásticos. Aflora lo mejor de nuestra naturaleza humana: la generosidad de compartir, la confraternidad , el estrechamiento de los lazos familiares, el fortalecimiento de la amistad y la solidaridad con el prójimo. Sin duda, se trata del espíritu de la navidad.
En “Cuento de Navidad”, Charles Dickens, el escritor que más se identifica con la navidad, y al que algunos lo han llamado como el padre de la navidad, narra, en el ambiente del Londres de la época victoriana, la historia de Evenezenger Scrooge: Un prestamista británico, egoísta, avaro, gruñón y para quien la navidad carece de significado. Sin embargo, en vísperas de Noche Buena se encuentra con el fantasma de su difunto socio, Joseph Marley, quien le advierte de las penurias que le esperan de no cambiar su actitud. Tras ese encuentro, Scrooge recibe otras visitas del más allá, concretamente, las de los fantasmas de las Navidades Pasadas, Presentes y Futuras, que llegan a su habitación para acompañarle durante un viaje en el que este hombre, después de ver su propio cadáver, abre su corazón a la bondad y generosidad humana.
Así, tal como lo fue para Scrooge, la navidad implica una oportunidad para confrontar a cada ser humano con su verdadero propósito de vida y la posibilidad de renovarse y mejorar como persona.
Regocijemos entonces en celebrar el histórico nacimiento, en la armonía, paz y alegría con nuestras familias y amigos.
“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”
1https://historia.nationalgeographic.com.es/a/origenes-navidad_6901
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