EL MARAVILLOSO ENCANTO DE LA LLUVIA
Tengo que confesar que algunas de las cosas que más me gusta disfrutar y que no me canso de hacerlo, es contemplar ese bello espectáculo llamado lluvia. No importa donde esté, siempre me suscitará mucha curiosidad y en lo posible trato de salir a la ventana para apreciarla por un buen rato.
Nada como después de terminar una agotadora jornada; ponerme una pijama calientita; tomar un vaso de leche; sumergirme en las abrigadas cobijas de peluche; escuchar algo de jazz, acompañada, desde luego, de mi tierna gatita, “Michina”; y disfrutar de tan precioso fenómeno natural.
Veo cómo en las películas la lluvia se torna en una gran aliada. Y por eso me alegra ver la escena donde Gene Kelly en “Cantando bajo la lluvia”, parece ser el hombre más feliz del mundo, bailando claqué y cantando bajo un torrencial aguacero. Y aunque luego se supo que Kelly tenía 39º de fiebre mientras grababa esta maravillosa escena, su interpretación sigue siendo aún más magistral.
Nada más romántico para los enamorados que caminar en la lluvia, pues es una magnífica cómplice para acercarlos y permitirles compartir el techo de una sombrilla, que pareciera aislarlos del resto del mundo.
Pero nada como el deleite y gozo que trae a los niños y niñas saltar todo tipo de charcos, sus botas de caucho parecieran darles poderes extraordinarios de libertad. De hecho, debo confesar, que, a veces, me gustaría hacer lo mismo, pero mi mundo adulto, al que pertenezco ya hace varios años, no me lo permite.
También me divierte el desfile de las distintas clases de paraguas, algunos más sobrios, bonitos y elegantes que otros, todos dicen algo de sus dueños.
En fin, me fascina tanto que no me canso de admirarla y agradecer todos los días de mi vida, a Dios y al universo entero, por tan precioso regalo que alegra mi espíritu; y alimenta, las flores para admirarlas, las plantas para nutrirme y los árboles para abrazarlos.
Disculpen, amables lectores, con indulgencia tan excesivo romanticismo, pero es lo que la lluvia me inspira.
Gloria Dorys
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Maye 5 años ago
Definitivamente, la lluvia atrapa la mente y el corazón…. Recuerdo que, cuando mi hijo era pequeño tenía unas hermosas botas para la lluvia, y siempre las quería aprovechar, por eso me pedía que salgamos con nuestros paraguas bajo la lluvia para saltar charcos, y el disfrutaba ver salpicar el agua y yo era feliz al acompañarlo