ABR
2020
16

“NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA”: EL VIRUS QUE CORONA

El 25 de marzo de este año, el canal CNN registraba la siguiente noticia: “El hijo de la reina Isabel II, heredero del trono, dio positivo por covid-19. Hasta el momento el príncipe de Gales experimenta síntomas leves y se encuentra aislado”. Desde luego, además de sorprender esta noticia, porque pareciera que la sangre azul no es igual de vulnerable a la del resto de los demás mortales, se prestó para muchos “memes” en las redes sociales, entre ellos, el que comentaba cómo si bien la corona inglesa le había sido esquiva al príncipe Carlos, otro tipo de corona había llegado a su vida. Por eso, con razón, Nieves, ingenioso personaje creado por la caricaturista, Consuelo Lago, el pasado 5 de abril, en El Espectador, concluía: “Ahora sí todos somos iguales”.

En Colombia, desde el 6 de marzo, fecha en que se conoció el primer caso de Covid 19, nuestra vida ya no es la misma. Y para quienes no somos ni médicos ni trabajamos en el área de la salud, nos embarga un sentimiento de enorme impotencia y frustración cuando escuchamos el vertiginoso ascenso del número de las personas infectadas y fallecidas. La letalidad del virus es contundente y nos intimida. Por ello, los gobiernos de muchos países han adoptado como una medida para conjurarlo, el confinamiento.

Pero en este universo tan complejo, nada parece absoluto. Y cómo, dice el escritor y pensador español, Ramón de Campoamor y Campo Osorio: “Todo depende con el cristal que se mire”. Es así como frente a un mismo hecho, pueden coexistir diferentes miradas que resulta cada una plausible desde el contexto y la subjetividad de cada observador. Por consiguiente, un mismo fenómeno puede ser interpretado bajo una mirada optimista o pesimista. En efecto, una expresión de la primera corresponde a la filosofía popular plasmada en el siguiente refrán: “No hay mal que por bien no venga”, en el que se sentencia que algo que trae inicialmente: dolor, caos, desazón o preocupación, puede contener también algo positivo o constructivo.

Pues, bien, algunos de los efectos de la expansión del Covid 19, “el virus que corona”, y las medidas dispuestas para evitar su propagación, entre ellas, el aislamiento social, pueden ser apreciados, también, a través del cristal del optimismo, como una oportunidad de cambio y renovación a través de algunos aspectos positivos que resalto así:

  • Autoconocimiento: Este tiempo nos ha ayudado a realizar un alto en el camino, conocernos mejor ante una situación atípica como lo es el aislamiento y establecer las verdaderas prioridades de nuestra vida.
  • Oportunidad para reinventarnos y sacar nuestra mejor versión: Con acierto, dijo Darwin que la especie que sobrevive no es la más fuerte ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta a los cambios. Y es por esta razón que esta época exige nuestra renovación, a través de cambios que se sintonicen con esos nuevos desafíos. Es así como necesariamente debemos dar apertura a nuestra mente para ajustarnos exitosamente a las transformaciones que vienen día con día, por ejemplo: interesándonos por descubrir y aprender a manejar las nuevas herramientas digitales. Aventurarnos a ejecutar un proyecto, que sabemos somos capaces, pero que por temor renunciamos a él. O, simplemente, para modificar algunos hábitos o actitudes que nos impiden ser felices.
  • Fortalecer los lazos familiares: Gracias al encierro podemos compartir más tiempo con nuestra familia; cocinar juntos; ver películas; conversar sin límites. Y sobre todo saber más de cada uno. Desde luego, a veces, puede ser un reto convivir las 24 horas del día con el entorno familiar, pues cada uno demanda legítimamente su propio espacio. No obstante, la aplicación amorosa de reglas de respeto y tolerancia de los espacios propios de cada integrante de la familia y el reconocimiento de cada individualidad puede facilitar la convivencia.
  • Más tiempo para nosotros: Si bien, el teletrabajo implica igual responsabilidad y dedicación que el trabajo presencial, una adecuada optimización del tiempo, permite dedicarlo para nosotros mismos en tareas muy útiles, tales como: aprender on line un océano de temas que nos interesan, realizar ejercicio físico a través de tutoriales, meditar, practicar yoga, gimnasia, leer, escribir o escuchar buena música, por citar algunos ejemplos. De manera que, en cuarentena, para la gran mayoría, ya no existe la eterna excusa de: “No tengo tiempo”.
  • Retorno de especies animales y mejoramiento ambiental: Para nadie es un secreto que la naturaleza funciona mejor en el silencio y bajo la menor intromisión humana posible. Justamente, en estos días, las noticias registran el regreso de algunas especies a la ciudad, verbi gratia: un puma recorriendo las calles de Santiago de Chile; Ciervos Sika en Nara (Japón); mapaches en San Felipe (Panamá) o jabalíes en Barcelona. El agua de Venecia más clara por la reducción de taxis de motor, autobuses acuáticos y barcos turísticos. De hecho, en Bogotá, la calidad del aire ha mejorado tanto que hoy podemos abrir nuestras ventanas con la confianza de respirar un aire más puro. Igualmente, los pájaros regresaron para alegrar nuestro despertar. Así es, desde hace algunos días, desde las 4:30 am, mi reloj despertador fue reemplazado por el variado repertorio de una Mirla que canta desde un árbol de Eugenia cercano a mi ventana.
  • Comunicación con los viejos amigos y amigas: El aislamiento ha hecho que le demos mayor valor a la amistad, por lo que estos tiempos de cuarentena han servido para llamar a esos entrañables amigos y amigas que siempre han estado en nuestro pensamiento, pero que habíamos dejado de saludar por la prisa de cada día.
  • Despertar del sentimiento de solidaridad: Lastimosamente, el actual encierro ha perjudicado también a las personas más pobres, privándolas de los exiguos ingresos que antes del confinamiento les servían escasamente para sobrevivir. Sin embargo, esa situación ha servido para despertar el sentimiento colectivo de solidaridad, y demostrar la generosidad de los que tienen mucho, algo o poco. De hecho, algunos de esos nobles actos dieron lugar a la columna: “El virus que sacó a flote lo mejor del alma humana”, del escritor y periodista, Juan Gossaín

Y aunque resulta innegable que el problema de la pobreza tiene raíces estructurales, y no basta, como dice el proverbio chino, con dar el pez sino enseñar a pescar, parece un buen comienzo, entender que la necesidad del uno es la necesidad del otro y que, por tanto, a todos concierne en mayor o menor grado procurar su satisfacción.

  • Resurgimiento de la espiritualidad: A diario, algunas personas de manera individual o con sus familias destinan tiempos especiales, para mantener y fortalecer su vida espiritual, a través de la oración, la meditación o reflexión sobre mensajes de amor, fraternidad o esperanza. Un corazón animado y fervoroso resulta ser un gran aliado en todo tiempo.

Ahora, si bien, la era post confinamiento implicará esfuerzos personales y colectivos de índole extraordinario para asegurar un tipo de estabilidad que seguro tardaremos en lograr. La historia ratifica la capacidad de resiliencia del ser humano, misma que hizo posible que, después de la terrible Peste Negra, llegara, en los siglos XV y XVI, a Europa Occidental, el resplandor del Renacimiento.

Por tanto, esperemos con optimismo, según el refrán que se ha citado en el título de este ensayo, que esa transformación que ha llegado con un virus, sea constructiva en la comprensión del sentido de nuestra existencia, la verdadera finalidad de nuestro paso por este mundo; y el auténtico significado de nuestro ser superior, de la familia, de los amigos, del abrazo, del beso y del calor humano que ahora añoramos ávidamente, bajo la convicción de que: “Lo esencial es invisible a los ojos”.

ABR
2020
14

¿LA SUERTE DE LA «FEA» LA «BONITA» LA DESEA?

Confieso que desde niña no he logrado entender del todo este refrán: ¿A qué tipo de suerte se refiere?, ¿suerte en el amor?, ¿suerte en la lotería?, ¿suerte en el trabajo? Y ¿Por qué en él se excluye a los hombres?, ¿qué es bello?, ¿qué es feo?, ¿quién lo define y por qué las mujeres se sienten obligadas a seguir ciertos patrones o paradigmas que les impone la moda?
Cuenta Khalil Gibran, en el cuento Vestiduras Un buen día la Belleza y la Fealdad se encontraron a orillas del mar. Y se dijeron la una a la otra: ¡Démonos un baño! Se despojaron, pues, de sus ropas y se sumergieron en las olas. Al cabo de un rato la Fealdad volvió a salir a la orilla, se puso las ropas de la Belleza y siguió su camino. También la Belleza salió del agua, pero no encontró su vestimenta, y como le disgustaba ir desnuda, se puso los vestidos de la Fealdad y continuó su camino. Y hasta el día de hoy las personas confunden a una con la otra. De manera que esta historia pone en evidencia que la belleza y la fealdad -a los ojos de los simples mortales- son muy difíciles de identificar.
En todo tiempo, los hombres y las mujeres han admirado la belleza y rechazado la fealdad, al punto que en la psicología existe una nueva tipología de fobia denominada Cacofobia, que alude al temor a las personas o cosas feas.
Platón, quien sentó los fundamentos de la ciencia de lo Bello, definió la belleza como: despierta . Podría decirse también que el concepto de lo bello concierne a un consenso general, sobre lo que la mayoría califica como agradable, deseable y admirable. De tal manera, que todo lo ajeno a esos parámetros o cánones de carácter convencional se tendrá como feo. Y si extrapolamos esta afirmación a lo que se concibe como la moda, se puede advertir que las diferentes tendencias son aceptadas dependiendo las preferencias de una época específica.
Por citar algunos ejemplos: En la época prehistórica, la belleza estaba asociada a la fertilidad y a la misión de dar a luz, de modo que dentro de las características físicas más importantes de la mujer estaba poseer caderas anchas y pechos muy prominentes; mientras tanto, en la China del siglo X, la belleza fue asociada con los pies pequeños, conocidos como Flor del Loto, pues se estilaba la costumbre, dentro de la clase alta, de vendar los pies de las niñas para evitar su crecimiento y, en consecuencia, se les dificultara caminar, como una manera de limitar su libertad de locomoción. En el siglo XVII, a diferencia de la época actual, los cánones estéticos se decantaron por las mujeres rollizas, de ello dan testimonio las pinturas de Rubens. En el siglo XIX, época Victoriana, se impuso el uso de corsés para resaltar el busto y las caderas, imponiendo la forma del reloj de arena, que provocaba desmayos o incluso la muerte por deformación del tórax; Sin embargo, a principios del siglo XX, Coco Chanel liberó a las mujeres del corsé para darles mayor comodidad e impuso el uso de prendas masculinas como el pantalón y la moda del cabello corto; en los maravillosos 60, llegó la minifalda como
una forma de liberación femenina. En los 90, las mujeres siguen evolucionando en la delgadez, pero bajo las características de actrices como Pamela Anderson, y destacada por sus prominentes labios, pómulos y su generoso busto; y en el nuevo milenio, sobresalen las mujeres extremadamente delgadas, tal y como puede apreciarse en las modelos europeas.
Y recientemente leí que en contraposición a body shaming desde 2007, ha venido desarrollándose el movimiento de aceptación femenina, body positive , un nuevo concepto de estética basado en la naturalidad humana que promueve la apertura y aceptación del cuerpo tal y como es con todos sus defectos, sin importar su formato. Es como un grito de emancipación femenina en contra los ideales de belleza imposibles de cumplir. Pero como todo, criticado por sus detractores, quienes aducen en su contra que esta corriente significa irse al otro extremo por constituirse en una apología al desgreño y negligencia en el autocuidado.
Al margen de las anteriores discusiones y debates sobre la apariencia física de la mujer, debe precisarse si la noción de belleza alude únicamente al aspecto físico o si involucra a algo más profundo, como los sentimientos, valores o principios.
Por citar algunos ejemplos, existen obras en las que sus personajes son aparentemente feos, pero su interior es tan profundamente bello, que no importa su apariencia: En el Jorobado de Notredame, Víctor Hugo describe a Cuasimodo, un campanero, oculto a los ojos de los habitantes de Paris, que tiene el encargo de tocar las campanas de Notredame, quien al lector cautiva por su espíritu tierno y bondadoso. Igual, en la Bella y la Bestia, recreada en dibujos animados por Disney, en el personaje de la Bestia, después de conocer a Bella y enamorarse, aflora sentimientos de humanidad y bondad.
De manera que al analizar estas historias, que viven en el imaginario de todos nosotros, se representan dos tipos de belleza: una física, perceptible a través de los sentidos; y otra, como diría Saint-Exupéry, en su formidable Principito , Al igual, las dos obras coinciden en asignarles a las mujeres el atributo de la belleza, mientras que a los dos protagonistas masculinos, se les asocia con la fealdad física, pero con valores específicos que los engrandecen.
No obstante, en el mundo de la moda, de los medios masivos de comunicación, del internet y las redes sociales se rinde culto a una sola clase de belleza, la que solo puede percibirse con los ojos, y en tal caso no importara incluso si esa imagen resulta real o falsa. Y, de manera predominante, la sociedad le exige a la mujer la sujeción a determinados parámetros estéticos.1
Y para contestar a la pregunta de por qué se exige a la mujer ser bella, debe recordarse que en el concierto de la historia, ésta ha sido el símbolo y la representación de la belleza: De hecho, siempre ha sido objeto de toda clase de artes, como la pintura, la escultura o la poesía. Así, e interroga: ¿qué hubiera escrito Neruda?, ¿Qué habría pintado Picasso?.
Dentro la concepción machista, la mujer es débil y el hombre el fuerte; ella la parte pasiva y él la parte activa; la mujer delicada y el hombre el rudo. Y siempre en la contemplación de lo bello, habrá uno que observa, juzga y aprecia, mientras el otro es observado. De ahí que en esa relación de contemplación, el hombre es el sujeto que juzga lo bello, y la mujer, simplemente, un objeto de admiración.
Además, existe una seudoverdad, son excluyentes. Entonces bajo ese razonamiento, quien es bella no será será dificultad adicional, y es que hoy por hoy se conoce que no existe una inteligencia única sino varias clases de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal y cinestésica, intrapersonal, interpersonal, emocional y social, por citar unos ejemplos. Y por tanto, viene al caso una anécdota muy conocida que se desarrolla en un diálogo entre Einstein y Marlyn Monroe, que pone en evidencia la errónea creencia de que inteligencia intelectual y belleza física son excluyentes, cuando ella le pregunta: «Qué dice profesor, deberíamos casarnos y tener un hijo juntos. ¿Se imagina un bebé con mi belleza y su inteligencia? Pero Einstein respondió seriamente a su propuesta: Desafortunadamente me temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y su inteligencia».

1 Para una mayor ilustración se puede leer la tesis ¿POR QUÉ SE TOMA LA MUJER POR BELLA? UNA APUESTA POR UNA FILOSOFÍA DE LA BELLEZA FEMENINA de PAOLA ANDREA FERNÁNDEZ ZAPATA, presentada para optar el título de filosofa en la Universidad Javeriana de Cali. en donde entiende a la mujer como la idealización de lo bello.
Entonces, volviendo al dicho popular, con el cual se inició este ensayo ¿La suerte de la fea, la bonita la desea? , además, de sugerir tácitamente la existencia de un sentimiento de envidia y rivalidad entre las mujeres por su apariencia, parte de la idea falsa de acoger como único criterio de belleza, el físico. Noción de belleza que, como se ha visto, además de su enorme complejidad, es muy relativa, porque obedece a disímiles perspectivas y cánones estéticos imperantes en épocas, culturas o lugares determinados. Al igual, en esa lógica, no habría términos medios, ya que podría pensarse que la mujer que no es ni bella ni fea, bajo esa idea de ese aforismo popular, no tiene ni buena, ni mala suerte ; mejor dicho ni siquiera existe.
Por todo lo anterior, me parece no solo desafortunada sino también injusta esa sentencia popular, de que la suerte de la fea la bonita la desea , por lo que prefiero la frase de Sócrates, cuando con gran sabiduría atinó a decir: La belleza de la mujer se halla iluminada por una luz que nos lleva y convida a contemplar el alma que tal cuerpo habita, y si aquélla

En este día, en que se conmemora mundialmente el Día de la Mujer, dejo esta reflexión para que pensemos, redefinamos, qué es lo verdaderamente bello, y por tanto, reformulemos el concepto de la mujer en la historia como mera imagen, criatura débil y pasiva; la comprendamos en su verdadera esencia y significado en la perfecta armonía de sus capacidades, poderes, su ser y su espíritu; en la sinfonía de un universo que fue creado para ser perfecto.

*Doctora en Derecho de la Universidad Externado de Colombia y Licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de Nariño.

ABR
2020
14

EL MARAVILLOSO ENCANTO DE LA LLUVIA

Tengo que confesar que algunas de las cosas que más me gusta disfrutar y que no me canso de hacerlo, es contemplar ese bello espectáculo llamado lluvia. No importa donde esté, siempre me suscitará mucha curiosidad y en lo posible trato de salir a la ventana para apreciarla por un buen rato.

Nada como después de terminar una agotadora jornada; ponerme una pijama calientita; tomar un vaso de leche; sumergirme en las abrigadas cobijas de peluche; escuchar algo de jazz, acompañada, desde luego, de mi tierna gatita, “Michina”; y disfrutar de tan precioso fenómeno natural.

Veo cómo en las películas la lluvia se torna en una gran aliada. Y por eso me alegra ver la escena donde Gene Kelly en “Cantando bajo la lluvia”, parece ser el hombre más feliz del mundo, bailando claqué y cantando bajo un torrencial aguacero. Y aunque luego se supo que Kelly tenía 39º de fiebre mientras grababa esta maravillosa escena, su interpretación sigue siendo aún más magistral.

Nada más romántico para los enamorados que caminar en la lluvia, pues es una magnífica cómplice para acercarlos y permitirles compartir el techo de una sombrilla, que pareciera aislarlos del resto del mundo.

Pero nada como el deleite y gozo que trae a los niños y niñas saltar todo tipo de charcos, sus botas de caucho parecieran darles poderes extraordinarios de libertad. De hecho, debo confesar, que, a veces, me gustaría hacer lo mismo, pero mi mundo adulto, al que pertenezco ya hace varios años, no me lo permite.

También me divierte el desfile de las distintas clases de paraguas, algunos más sobrios, bonitos y elegantes que otros, todos dicen algo de sus dueños.

En fin, me fascina tanto que no me canso de admirarla y agradecer todos los días de mi vida, a Dios y al universo entero, por tan precioso regalo que alegra mi espíritu; y alimenta, las flores para admirarlas, las plantas para nutrirme y los árboles para abrazarlos.

Disculpen, amables lectores, con indulgencia tan excesivo romanticismo, pero es lo que la lluvia me inspira.

Gloria Dorys