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Gloria Dorys Alvarez (21)

Doctora en Derecho de la Universidad Externado de Colombia y Licenciada en Filosofía y Letras

NOV
2020
04

Tú tienes el reloj, pero yo tengo el tiempo

Por: Gloria Dorys Álvarez García

Si yo soy lo que tengo, y lo que tengo se pierde, entonces, ¿quién soy yo?

Nada sino un testimonio frustrado, contradictorio, patético, en una falsa manera de vivir.

Si yo soy lo que soy y no lo que tengo, nadie puede arrebatarme ni amenazar mi seguridad y mi sentimiento de identidad.”

Erich Fromm

Cuenta la historia, que en 1783, un misterioso admirador de la reina de Francia, María Antonieta, le encargó a uno de los relojeros más famosos de las cortes europeas: al suizo, Abraham-Louis Breguet (1747-1823), la fabricación de un reloj de bolsillo de oro amarillo con cristal por ambas caras que reuniera todo el saber hacer de la relojería de la época: repetición de minutos, calendario perpetuo, ecuación de tiempo, indicador de reserva de cuerda, termómetro metálico, subesfera de segundos y segundero central, escape de áncora, puente de volante en oro y sistema antichoque. Es decir, algo así como el Iphone 12, de la época.

Sin embargo, dadas las condiciones y requerimientos excepcionales de la elaboración de tan extraordinario reloj, no fue estipulado el límite de su valor, como tampoco el plazo para su entrega. Así, mientras Breguet trabajaba en él, María Antonieta fue detenida, junto con el rey Luis XVI y otros nobles.  Y, luego, juzgada por el Tribunal Revolucionario y condenada a morir en la guillotina en 1793. De manera que nunca conoció la espléndida joya. Es más, ni siquiera el mismo Breguet pudo terminarlo. Ya que fue el hijo de Breguet, quien, 34 años después de la muerte de María Antonieta, y 44 años después del encargo, lo terminara.

Pero esta curiosa historia no termina allí. Pues, en 1983, el reloj fue robado, en Jerusalén, del Museo Mayer Memorial de Arte Islámico, por lo que estuvo desaparecido por muchos años, hasta 2007, cuando una de las esposas de los ladrones, lo devolvió a ese museo. Y fue así como, en el año 2005,  el Grupo Swatch, se propuso reproducirlo con la mayor precisión posible, a través del “Breguet Grande Complication N°1160”, que hoy puede costar, aproximadamente, 28 millones de euros.

Este relato tiene un buen principio, pero su desenlace es muy triste. Ya que el relojero, que parece no era esclavo del tiempo, ni siquiera lo terminó en vida. Como tampoco María Antonieta pudo conocerlo.

Lo anterior ocurrió en Occidente, en el contexto del derroche de lujo del Palacio de Versalles y de la sangrienta Revolución Francesa. Pero, ahora, ubiquémonos en el medio oriente, en un lugar totalmente diferente: En el desierto del Sahara, con sus dunas doradas, su cielo azul y estrellado. Con los beduinos que se desplazan con sus dromedarios y camellos. Con ellos, la tribu nómada Tuareg, a la que pertenece Moussa Ag Assarid, el autor de la frase con la cual he titulado este blog.

Los Tuareg se dedican al pastoreo de camellos y cabras. Sus integrantes son conocidos con el sobrenombre de “los hombres azules”, por su turbante de color índigo. También, por su desinterés por el tiempo, al punto que por vivir lejos de las ciudades, es habitual que el padre aproveche un viaje para notificar el nacimiento de sus hijos, indicando una fecha aproximada de su edad, o incluso al azar. Por eso no conocen a ciencia cierta su edad, es más, ni siquiera les interesa.

Moussa es conocido universalmente por sus sabios y profundos pensamientos sobre el arte de vivir. Y en una entrevista concedida al diario, La Vanguardía, de España, sintetizó su pensamiento con la siguiente afirmación: “Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.
En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!»

Esta filosofía de vida me recuerda el diálogo sostenido entre un pescador y un empresario, que seguro muchos conocen:

-Hola. Disculpe que le interrumpa, pero he visto que está sentado aquí un día entre semana. ¿Está usted de vacaciones? ¿Quizás esté sin empleo?
– Para nada. Soy pescador. Lo que ve allí es mi barco. Esta mañana salí a pescar y ahora estoy disfrutando del resto del día con mi familia.
– Interesante. Supongo que esas aguas son muy generosas en pescados. ¿Es así?
– Efectivamente, en un par de horas consigo lo suficiente para vender el pescado en el mercado y que a mi familia no le falte nada.
– Pero no lo entiendo. Si tan fácil es pescar, ¿por qué no sale usted todo el día?
– ¿Para qué?
– Porque así conseguiría muchos peces, y al cabo de un rato podría comprar otro barco y contratar a otro pescador.
– ¿Para qué?
– Porque así ganaría todavía más dinero, y podría comprar más barcos y contratar a más pescadores.
– Ya, lo entiendo, pero ¿para qué?
– Porque así después de muchos años de duro trabajo, probablemente conseguiría una empresa líder en el sector de la pesca. Incluso puede que pudiese cotizar en bolsa, y cuando se jubile, usted tendría una fortuna.
– ¿Y para qué voy a querer eso?
– Porque cuando tenga esa fortuna, usted se podrá retirar en alguna playa, y disfrutar de la vida al sol en compañía de su familia.
– ¿¿¿???

Es claro, entonces, que la moraleja de este cuento conlleva a la reflexión de que la finalidad de la vida no atiende de manera exclusiva a destinar el tiempo a obtener cosas por el solo hecho de tenerlas, sino a buscar la posibilidad de que lo producido pueda realmente disfrutarse intensamente y sin prisa, sacando el mejor provecho y satisfacción personal de cada una.

En esa misma filosofía, se contextualiza el diálogo sostenido entre el “Principito” y el hombre que acumulaba estrellas, para demostrar la inutilidad de destinar el tiempo para acumular cosas por acumular, sin un verdadero sentido de la vida:

Y para qué te sirve poseer las estrellas ?

– Me sirve para ser rico.

– Y para qué te sirve ser rico ?

– Para comprar más estrellas, si alguien las encuentra.»

Vivir en la ciudad tiene sus ventajas como el acceso a la cultura, la educación y la posibilidad de aspirar a “mejores” oportunidades. No obstante, impone un ritmo tan frenético que el tiempo difícilmente alcanza para lo más importante. Trabajamos, como el hombre rico de “El Principito”, para acumular riqueza, pero pasa el tiempo y nada nos asegura que podamos tener la posibilidad de disfrutarla en su momento oportuno. De hecho, conocí el caso de una acaudalada señora que nunca viajó, porque esperaba hacerlo el día que se pensionara, pero justo ese día murió. Hoy, su fortuna la disfrutan sus herederos.

La vida nos regala momentos maravillosos, en los que el alma se deleita con muchas experiencias que aunque parecen triviales, adquieren un significado especial cuando las apreciamos, a través de nuestros sentidos:

-Cuando escuchamos los primeros balbuceos de los niños; el canto de los pájaros que anuncian el nuevo día o la hora del atardecer; el ding dong de las campanas; las olas del mar o el susurro del viento.

-Cuando sucumbimos a tomar una taza de café, después de olfatear el café recién molido o cuando se está preparando. Y ni qué decir del pan cuando se está horneando, que anuncia el momento sublime de probarlo. Y el mejor perfume, el que nos regala gentilmente, en la noche, la flor del árbol de Jazmín.

-Cuando disponemos del tiempo suficiente para contemplar tantos amaneceres y atardeceres fantásticos, donde el cielo parece una verdadera obra de arte pictórica con paletas de todos los colores. O cuando intentamos ver dónde termina el mar, y éste se muestra inconmensurable a nuestra vista.

En algunas culturas se encuentra arraigada la filosofía del buen vivir. De hecho, tuve la oportunidad de estar en la isla Oahu, sede de la capital del estado de Hawai, y sorprenderme gratamente con la tranquilidad de sus habitantes. Me enteré que los residentes de Hawai son considerados como los menos estresados de los Estados Unidos, y que, por tanto, su promedio de vida es mucho más alto respecto a otros estados.
Así, según un surfista citado por el diario  The Huffington Poste, el estilo hawaiano: «Es sólo disfrutar tu tiempo con los amigos, visitar a la familia y tomarte el tiempo de reír y contar una historia, incluso si tuviste un día ocupado. Creo que esa es la razón de tener una vida larga y saludable en la isla, es tener un estilo de vida relajado«, dijo.

Por tanto, el reto consiste en vivir intensamente, no con la posesión del reloj, sino con el verdadero dominio del tiempo, asignando a cada cosa el tiempo que merece. Y para ello, que mejor que terminar este escrito con una reflexión sobre esa búsqueda. Los dejo, entonces, con algunos fragmentos del “Elogio a la Lentitud”, escrito por Carl Honoré, quien con gran atino razona:

Creo que vivir deprisa no es vivir, es sobrevivir.
Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo,
pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida.»

«Hoy todo el mundo sufre la ENFERMEDAD DEL TIEMPO:
la creencia obsesiva de que el tiempo se aleja y
debes pedalear cada vez más rápido»

«La velocidad es una manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu
cuerpo y a tu mente, de evitar las preguntas importantes…
Viajamos constantemente por el carril rápido, cargados de emociones,
de adrenalina, de estímulos, y eso hace que no tengamos nunca el tiempo
y la tranquilidad que necesitamos para reflexionar y preguntarnos
qué es lo realmente importante.”

«La lentitud nos permite ser más creativos en el trabajo,
tener más salud y poder conectarnos con el placer y los otros»

«A menudo, TRABAJAR MENOS significa trabajar mejor.
Pero más allá del gran debate sobre la productividad
se encuentra la pregunta probablemente más importante de todas:
¿PARA QUÉ ES LA VIDA?

SEP
2020
29

BENDITA AMISTAD

Por: Gloria Dorys Alvarez

Dedicado con infinita gratitud a todos mis amigos y amigas del alma.

En todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia”.

Proverbios 17:17

Hace algunos años, acostumbraba tomar el transporte hacia el trabajo en un bus colectivo que salía del barrio Castilla hacia el centro de Bogotá. Una mañana, mientras el conductor esperaba, para salir, a que se llenara el cupo de pasajeros, le escuché decir una de las frases más ciertas y sabias sobre el valor de los amigos: “Tener amigos es mejor que ser millonario.”

En Colombia, se celebra el día del amor y la amistad el tercer sábado de septiembre, ya que, según afirman los entendidos en la materia; en el año 1969, los comerciantes decidieron apartarse del 14 de febrero, día de la conmemoración de San Valentín, porque consideraron que para esa época la actividad mercantil estaba concentrada en la compra de los útiles escolares.

Algunas personas desdeñan esta celebración, pues aseguran que su objetivo atiende a un fin eminentemente comercial que abulta los bolsillos de los capitalistas. Pero, a mi modo de ver, la discusión realmente no se centra en si se debe celebrar o no el día del amor y la amistad, sino la manera de celebrarlo. Además, todos los días son propicios para exaltar este valor tan importante.

Es así como existen formas genuinas de celebración en las que simplemente se manifiesta el sentimiento de gratitud, a través de una llamada, un mensaje o algo que no requiera mucho dinero como: una invitación a tomar un café, unas flores frescas, o unos deliciosos chocolates (dosis personal de serotonina, la hormona de la felicidad)

En Colombia, se acostumbra a jugar al amigo secreto. Sin embargo, la regla de dar siempre un regalo con contenido económico no suele ser siempre una buena idea, ya que en algunas ocasiones, lo escogido no resulta de todo el agrado de su destinatario. Por lo que en alguna oportunidad, sugerí a mis compañeros de trabajo hacer algo distinto, les dije: “chicos, este año vamos a jugar al amigo secreto vaciado”. A lo que replicaron con caras de asombro: “Cómo así?”. Entonces, les expliqué que el nombre del juego era una exageración para significar que no era preciso dar un obsequio en los términos económicos que siempre se hace. Pues, podía hacerse sin un presente: consistía en redactar una carta a mano alzada en la que se destacaran las cualidades del amigo secreto. Y bueno, para no extenderme mucho, debo reconocer que resultó todo un éxito, todos salimos muy contentos y emocionados, porque nos sentimos muy apreciados.

A propósito, una de las definiciones más conocidas de amistad proviene del estagirita, Aristoteles, para quien: “la amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas.”, en la que deben confluir la semejanza y la reciprocidad, al punto de entender que “mi amigo es mi otro yo”. De ahí, que a los mejores amigos se les mencione como: “mi partner”- en los estratos 5 y 6-, “mi parcero”- en los estratos 1 y 2-, “mi llavería”, o “mi cuate”, solo para dar unos ejemplos.

En cambio, para Nietzche: “el mejor amigo es el peor enemigo”, pues sostiene que quien nos hace conscientes de nuestros defectos nos hace consientes de nuestras ataduras y por eso lo rechazamos. Es entonces ese extraño que viene a sacarnos de nosotros mismos.

Frente a esta postura, pienso que aunque Nietzche exagera, tiene la razón en el sentido de entender que es necesario contar con un amigo que no solo nos estimule, reafirmando nuestras cualidades, sino también haciendo la ingrata tarea de advertirnos de una equivocación o defecto, animándonos a corregirlo. O hasta en cosas simples, como en el vestuario, como cuando necesitamos de un concepto objetivo que nos diga con sinceridad si realmente el traje escogido nos hace justicia. Es por eso que un sabio refrán dice: “Necesitas un amigo que sea espejo y sombra: el espejo nunca te miente y la sombra nunca se aleja.”

Y en ese inventario de las mejores frases y conceptos sobre tan bello sentimiento, no podía faltar, Antoine De Saint- Exupéry, con su adorable “Principito”, al emplear la expresión, “domesticar”, para denotar cómo la amistad crea lazos; lazos que, como lo sostiene la leyenda japonesa del hilo rojo invisible, una vez creados, jamás se destruirán:

 Busco a los hombres – dijo el principito. – Qué significa «domesticar» ?

– Los hombres – dijo el zorro – tienen fusiles y cazan. Es bien molesto ! También crían gallinas. Es su único interés. Buscas gallinas ?

– No – dijo el principito. – Busco amigos. Qué significa «domesticar» ?

– Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa «crear lazos…»

– Crear lazos ?

– Claro – dijo el zorro. – Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo.

También, hay amigos famosos como, los escritores, Borges y Adolfo Bioy Casares; en las obras literarias, como El Quijote y Sancho Panza; en la historia, como Fidel Castro y el Ché Guevara; en las series policiacas, como Sherlorck Holmes y Watson; en programas infantiles como, Beto y Enrique, de la serie Plaza Sésamo;y en las series animadas, como Pablo Mármol y Pedro Picapiedra.

Incluso, la amistad no es exclusiva de la relación humano-humano, sino también de la relación con otras especies, como ocurre con los perros, de quienes se ha dicho son el mejor amigo del hombre1, por su incondicionalidad y absoluta lealtad.

Contar con verdaderos amigos y amigas es una gran fortuna, son quienes, como diría Arjona, aumentan vida a nuestros años, ahuyentan las penas y hasta las enfermedades. Y junto a ellos, se multiplican las alegrías y se dividen las penas. Definitivamente: “Tener amigos es mejor que ser millonario”.

¡Dios bendiga a los amigos y amigas de alma bella y corazón sincero!

1 La historia de esta frase se remonta al 23 de septiembre de 1870, cuando en un juicio llevado a cabo, ante la Corte de Warrensburg, por la muerte del perro de propiedad de Charles Burden; un foxhound llamado Old Drum, su abogado, George Graham Vest se refirió así a las grandes cualidades de Old Drum: “El único, absoluto y mejor amigo que tiene el hombre en este mundo egoísta, el único que no lo va a traicionar o negar, es su PERRO. Caballeros del jurado, el perro de un hombre está a su lado en la prosperidad y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Dormirá en el frío piso donde sopla el viento y cae la nieve, sólo para estar junto a su amo.Besará la mano que no tenga comida para ofrecerle, lamerá las heridas y amarguras que produce el enfrentamiento con el áspero mundo”.

AGO
2020
21

¿POR QUÉ LE PASAN COSAS “MALAS” A LAS PERSONAS “BUENAS»?



Por: Gloria Dorys Álvarez García

No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así.” Shakespeare

El 4 de agosto de este año, Isra Seblani, había llegado tres semanas antes a Beirut para preparar su matrimonio. Justamente, cuando con una bella sonrisa lucía su impecable vestido de novia, para las sesiones fotográficas, frente al Hotel Le Gray, en el centro de Beirut, fue sorprendida por una gran explosión que se llevó parte de su vestido. En el video que registró el hecho y se hizo viral en las redes sociales, aparece un hombre que la socorre. Pero la onda expansiva se llevó por delante la vida de más 170 personas, dejó miles de heridos, decenas de desaparecidos, arrasado barrios y destruidas infinidad de viviendas. Más de 250.000 personas se quedaron sin techo. Esta tragedia llegó en el peor momento de la historia del pequeño país mediterráneo, de El Líbano, que no solamente ha sufrido los rigores del Covid-19, sino también de: la corrupción, la inestabilidad política, los efectos económicos y sociales de la entrada de miles de refugiados sirios y palestinos.

El 28 de noviembre de 2016, el vuelo 2933 de la compañía LaMia, que trasportaba al plantel del Chapecoense rumbo a Colombia para disputar la final de la Copa Sudamericana ante Atlético Nacional, se precipitó y acabó con la vida de 71 personas, la mayoría eran dirigentes, jugadores y cuerpo técnico del club brasileño. Fue la tragedia deportiva más grande de la historia de Sudamérica.

Como estas vicisitudes, ocurren otras, que nos hacen pensar que la vida, a veces, no es justa. Y por eso, en algún momento de nuestras vidas nos hemos hecho estas preguntas: ¿Por qué a las personas “buenas” les pasan cosas “malas”?, ¿Por qué a mí?, ¿Por qué el sufrimiento parece enseñarse conmigo? De hecho, la vida de Job, el hombre de la fe, se constituye en el mejor ejemplo para ilustrar esta preocupación, en la que en los días de tribulación, sus amigos cuestionaron:¿Es justo que el bueno sufra mientras los malvados gozan?”

Para responder a esta cuestión, es fundamental aclarar, primero, que los conceptos “bueno” y “malo” son muy relativos. De hecho, muchos filósofos se han desvelado tratando de encontrar una respuesta que precise y delimite su significado.

Así, en la filosofía existen dos posturas extremas: Para Rousseau, el hombre es por naturaleza un ser bueno. Mientras que para Hobbes: “El hombre es un lobo para el hombre”.

Erich Fromm, autor de libros como El arte de amar, eEl corazón del hombre, plantea una visión más plausible, en la que sostiene que no existe una condición humana natural, en la que pueda predicarse que el hombre sea bueno o malo, sino un conflicto humano existencial: por un lado, somos animales con instintos, pero a diferencia de ellos, nuestros instintos no son suficientes para la supervivencia. En cierto modo, resulta que somos los animales más vulnerables. Por eso nos organizamos en comunidades que nos dan protección y seguridad.

Al margen de tan interesantes tesis; el concepto de “mala” persona tiene en el imaginario de la gente del común un lado objetivo, en el entendido que se reputa como tal a quien delinque o transgrede las normas y, los principios éticos y morales que imperan en una determinada sociedad. Con todo, definir quién es buena o mala persona, no es tan fácil. Pues, también comporta una perspectiva subjetiva, acorde con los intereses, convicciones, creencias, ideologías que cada uno defiende. De modo que esa clasificación depende del prisma de quien juzga. Razón por la que en ese juicio, cargado de bastante subjetividad, la mayoría de los seres humanos tienden a pensar que están en el lado de los “buenos”.

Dicho lo anterior, debe precisarse: Qué debe entenderse por cosas “buenas” y cosas “malas”, en el contexto del lenguaje que usualmente se emplea cotidianamente:

Pues, bien, una “cosa mala” corresponde a un acontecimiento que causa sufrimiento, tristeza, congoja, desazón, decepción o preocupación, como por ejemplo: la muerte de un ser querido, la enfermedad, la pobreza, el desempleo, un accidente, un robo, la quiebra de una empresa, etc.. Y en ese contexto, es posible afirmar que algunas de estas situaciones ocurren como consecuencia del determinismo biológico, de conductas u omisiones propias de quien las padece. O también, como el efecto de acciones u omisiones atribuibles a terceros.

Por ejemplo: el padecimiento de una enfermedad puede deberse a una causa genética. Ya que, así como heredamos las fortalezas de padres y abuelos, también en nuestro ADN están todas sus vulnerabilidades. De manera que la herencia será la que determinará las dolencias y afecciones que nos aquejaran por toda la vida y las que serán la razón para que la “parca” o la “huesuda” nos lleven al Hades; en el mejor de los casos.

Otra hipótesis puede relacionarse con algunos desafortunados hábitos de nuestras vidas, falta de previsión, desorden o falta de planificación con el tiempo. Por ejemplo: En el primer caso, si falto a la precaución de abstenerme de contestar el teléfono en la calle, es probable que sea víctima de un robo o de un accidente de tránsito. También puedo incurrir en un error de planeación si me levanto tarde, ya que dispondré de menos tiempo para la rutina diaria, por lo que deberé correr y precipitarme, y como vaticinan las abuelas: “del afán no queda el cansancio”. Por el afán riego el café sobre la blusa, salgo, me estrello contra alguna puerta de vidrio. Y de allí toda clase de contratiempos seguirán ocurriendo uno tras otro en el efecto dominó.

A diferencia de los anteriores ejemplos, también existen insucesos en los cuales la acción u omisión del afectado no tiene ninguna incidencia en su desenlace. En efecto, en la explosión de Beirut y al accidente aéreo del Chapecoense, el fatal desenlace provino de la negligencia de terceros y no de sus víctimas. Es decir, allí la ley del karma no operó. Así, la devastadora explosión en Beirut tuvo como causa la falta de medidas de seguridad por parte de las autoridades locales en el depósito de 2.750 toneladas de nitrato de amonio. Y en el siniestro aéreo incidió la imprevisión de la aerolínea en no contar con la reserva del combustible suficiente para atender la contingencia.

Entonces al volver a la pregunta: ¿Por qué a las personas “buenas” les pasan cosas malas”? , se debe advertir que la formulación de esta pregunta envuelve dos errores conceptuales:

El primero, atribuir la cualidad de “buena” o “mala” persona de una manera absoluta, sin establecer los diferentes matices ni considerar los diferentes roles que una persona puede desempeñar en su vida. Así, por ejemplo: pareciera que el respeto por la institución familiar fuese una preocupación exclusiva de las personas de bien y, por tanto, ajena a los delincuentes. Sin embargo, ello no siempre es así, ya que quienes fueron parte de las estructuras delincuenciales de la mafia italiana tenía dentro de su decálogo un respeto muy especial por su familia, para la muestra, Alphonse Gabriel Capone, más conocido como Al Capone o Al Scarface Capone, quien inspiró la película Scarface. De quien, Daniel Samper Pizano, en su libro Camas y Famas, destaca: “Al Capone fue mafioso y asesino pero un modelo como marido, aunque trajo la ruina a su familia.”

E igual, ser siempre “buenos “, obrar correctamente, pensando en el bien común y en el bienestar de los demás no es tan fácil; implica, a veces, salir de nuestra zona de confort, de la tendencia a la pasividad y tolerancia con las situaciones inequitativas o injustas. Con razón, decía Martin Luther King: “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos.” O como lo sostiene Rousseau: “No hacer el bien ya es un mal muy grande”. De hecho, en la parábola de El Buen Samaritano, el evangelio de Lucas relata cómo un sacerdote y un levita, reputados hombres de bien, a pesar de que en el camino encontraron a un hombre en desgracia, nada hicieron y pasaron de largo. Mientras que un hombre sin ninguna notoriedad pública o religiosa, nombrado en esa historia como el Buen Samaritano:”Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata[c] y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”

Y el segundo error, de la pregunta, de por qué a las personas “buenas” les pasan cosas “malas”, desconoce que no existen “cosas buenas”, ni “cosas malas”, ya que solo existe la realidad (la enfermedad, la muerte, la pobreza, etc.), a la que nos sometemos por el solo hecho de vivir, por nuestra simple condición humana de seres finitos, vulnerables y frágiles.

En un texto escolar que todavía conservo: Compendio de Historia Universal, de Nicolas Gaviria, encontré la siguiente enseñanza, de los ascetas búdicos, que nunca se me olvida: si los insultan, agradecen “porque no les dan palo”; si los apalean, agradecen “porque no los matan”; y si los matan piensan al morir: “son buenos los que así me tratan porque, a costa de tanto dolor, me libran de este cuerpo impuro.”

Por su lado, San Agustín, el gran filósofo cristiano, al abordar, desde el enfoque metafísico y neoplatónico los conceptos del bien y del mal expresó: “Nunca Dios permitiría un mal sino fuera lo suficientemente poderoso para sacar de ese mal un bien mayor.” Y si bien, esta frase no es afortunada en la utilización de la palabra “mal”, en su esencia resulta acertada en sostener que detrás de un problema, reto o desafío puede esconderse una gran oportunidad para mejorar y crecer como seres humanos.

Si hemos sufrido de frío, el abrigo nos hará sentir mayor sensación de bienestar; si hemos padecido la soledad, volver a la cálida compañía, permitirá valorar la importancia de la familia o de los amigos; si hemos estado enfermos en la cama de un hospital, nos volveremos más considerados con los que están en esa situación. Vivir en la austeridad y en la pobreza material, nos motivará a desarrollar los talentos del ingenio y de la recursividad con los escasos recursos. No es de otra manera cómo los seres humanos aprendemos a valorar la importancia de lo que tenemos y a saber de lo que está hecha la felicidad y la tristeza.

En conclusión, como dice Shakespeare: “No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así.” En el universo no hay cosas ni buenas ni malas. Cuando algo sucede no hay más remedio que aceptarlo, dejar que pase y encontrar la oportunidad que nos brinda. La resistencia a aceptar una determinada situación solo genera sufrimiento y nos priva de disfrutar de nuestra paz interior.

Hakuna matata1. Sin preocuparse es como hay que vivir.

1Hakuna Matata es una frase del idioma swahili o suajili, una lengua hablada en el este de África, que ha sufrido influencia del árabe y otros idiomas. La expresión Hakuna significa ‘no hay’, y la expresión matata significa ‘problemas’. Esta expresión se hizo famosa por una de las canciones de la película El Rey León.

JUL
2020
13

SU MAJESTAD, EL GATO

Por: Gloria Dorys Álvarez García 

“Es una labor muy difícil ganar el afecto de un gato; será tu amigo si siente que eres digno de su amistad, pero no tu esclavo.”

― Théophile Gautie

La versión de Athena ~ SU MAJESTAD: ¡EL GATO!

El sábado 14 de abril de 2002, conocí a Michina, inicialmente, llamada Michin, porque en la tienda de mascotas de la Avenida Caracas, me aseguraron que era un gato.  Pero en un viaje en el que visité a mis papás, “que todo lo saben y toda ciencia dominan”, dictaminaron a una sola voz: “Mija, no es un gato, es una gata.”

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Cuando llegó a la casa, con tan solo dos meses, en una cajita de cartón, era 80% orejas.  Y lo primero que hizo fue correr a refugiarse detrás de la estufa.  Fue muy bella, hasta el final de sus días: Una gatita siamés de ojos azules, como bolas de cristal, que contrastaban con el castaño oscuro de la punta de su cola, orejas y patas; aunque debo confesar que cuando la bañaba su belleza resultaba un tanto difícil de entender.  De ahí comprendí ese odioso dicho: “Tiene más presencia un gato mojado”. Era de una fina elegancia y jamás la vi comportarse inapropiadamente, haciendo las pilatunas características de los gatos del común, como: colgarse de las cortinas o  subirse a la mesa. Gran compañera de noches y días; en especial de las noches.  Vivió para alegrarme 17 años.  Hoy, sus cenizas reposan debajo de un bello pino que circunda la casa de mi madre. Y cuando voy a visitarla, aprovecho para sentarme en la hierba, meditar y disfrutar de una infinita paz. 

Hace poco, me enteré que la ailurofilia es el amor por los gatos o felinos, cuyo origen etimológico proviene del griego ailuros que significa gato, y philos que se traduce como amor. Y que esta palabra es contraria a ailurofobia, que es el miedo o la repulsión a los gatos u otros felinos.

Los gatos son criaturas fascinantes, mágicas, producen un gran asombro estético por su silueta, e impresionan, por la crueldad con la que tratan a sus desdichadas presas, su flexibilidad y fluidez de sus movimientos, sus siete vidas, su sigilo, su misterio; y  su mirada fija y tan profunda que pareciera desentrañar hasta nuestros pensamientos más íntimos y ocultos.  Difícil sostenerle la mirada a un gato.  Pero nada más placentero que llegar a casa, verlos, oír su ronroneo y acariciar su suave pelaje, y comprobar que Víctor Hugo tenía toda la razón cuando sentenció: “Dios hizo el gato para ofrecer al hombre el placer de acariciar un tigre.» 

La historia da cuenta que ellos han producido toda clase de sentimientos, desde su total veneración o adoración, como un símbolo sagrado en el Egipto antiguo o como un símbolo místico y de buena suerte en el Japón, representado por el gato maneki-neko –el símbolo de Foto Japón-; hasta su aversión, cuando en la edad media eran quemados en hogueras por asociarlos a espíritus malignos, y utilizados en   ritos de hechicería en los aquelarres de las brujas.  

Y aunque en los años 80 fueron acusados de trasmitir toxoplasmosis a las mujeres embarazadas, muy pronto la ciencia médica desvirtuó este mito.  Por lo que este prejuicio fue ampliamente superado, prefiriéndolos por la facilidad de su cuidado y la no exigencia de grandes espacios. De ahí que actualmente resulte muy común verlos, espiando, a través de las ventanas de muchas casas y apartamentos.  Por algo se dice: “La curiosidad mató al gato”.  Y si usted quiere saber cuál es el mueble más cómodo de la casa, es fácil saberlo, el gato estará plácidamente echado sobre él.

Gatos famosos en historietas, series animadas y cuentos infantiles hay muchos, por citar algunos como: Garfield, abullonadito, anaranjado y compulsivo comensal de lasaña; Félix, conocido por su gran maletín en el que todo cabe, como el de algunas señoras; Gaturro, reconocido  por recibir los constantes desplantes de su gran amor, Agatha; Tom por las eternas peleas con el ratón Jerry;  el Gato de Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas; y el astuto Gato con Botas, a quien todos quisiéramos tener como mascota para sacarnos de la pobreza. 

https://vignette.wikia.nocookie.net/gatopedia/images/e/e1/Gato_Botas.jpg/revision/latest?cb=20120325145053&path-prefix=es

No solamente los gatos han servido para recrear, sino también para proporcionar una singular compañía e inspiración en la producción de las obras de arte y de literatura.  Particularmente, llama la atención la relación de complicidad y compañerismo surgida entre aquellos y los grandes escritores: 

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En efecto, el premio Nobel, Ernest Hemingway,  quien llegó a tener hasta 50 gatos; en una carta personal contaba con tristeza cómo tuvo que sacrificar a su gato Uncle Willie, después de haber sido atropellado.  También, Alejandro Dumas tuvo dos gatos: Misouff I y Misoufft II, este último su favorito, pese a que en una ocasión se comió a todos los pájaros exóticos de su casa. Tampoco fue ajeno a la seducción felina, Charles Dickens, quien tuvo una gata llamada William, a la que rebautizó con el nombre de Willamina, pues, sucedió algo parecido con mi Michina; se dio cuenta  que era una hembra cuando el supuesto macho parió una camada de gatitos. Al igual, Mark Twain fue fascinado por el encanto de: Apollinaris, Belzebub, Blathherskite, Buffalo Bill, Satán, Sin y Sour Mash. También, Lord Byron, quien tuvo cinco gatos con los que incluso solía viajar, entre ellos, Beppo, cuyo nombre fue recogido por Borges para bautizar al suyo. Igualmente,  Edgar Allan Poe tenía a Catarina, a quien le gustaba sentarse en su hombro, mientras él escribía, e inspiró la obra “The black cat”. Así mismo, Víctor Hugo tuvo a Chanoise y Mouse. Lo propio, aconteció con la escritora francesa, Sidonie Gabrielle Colette, quien vivió rodeada de gatos como: Mini-Mini, Muscat, Cleopatra, Semírámis, Saha, esta última fue la protagonista de la más famosa de sus novelas: «La gata», que narra una historia de amor, celos y terrible venganza. Del mismo modo, en la vida de Jorge Luís Borges, existieron dos gatos: Odín y su amado Beppo. También, Cortázar se declaró amante confeso de estas peludas criaturas y escribió rodeado de ellos.  Y Doris Lessing, Premio Nobel de Literatura en el 2007, escribió el libro: “Gatos muy distinguidos» en el que narra las historias vividas con sus pequeños felinos.

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La pregunta que surge, entonces, es: ¿cuál es la razón para que gatos y escritores se lleven tan bien?  Quizá porque, de cierto modo, entre los dos existe un grado de empatía en cuanto a su soledad e individualidad.  Y, talvez, porque la creatividad demanda largas horas, silencio y una especie de “soledad acompañada”, que solo puede obtenerse de tan singular felino.  Quien está allí no para distraerlo, sino para inspirarlo con su majestuosa belleza y misterio.

En fin, lo que hay que decir sobre estos encantadores mininos resulta inconmensurable, por lo que tendré que dejar este blog en este punto, para no cansar a  los queridos lectores. No sin antes concluir que el gato llegó a la vida del hombre para seducirlo, entretenerlo, acompañarlo.  Pero, sobre todo, para darle una lección: La genuina amistad no significa dominación, servilismo o posesión, sino el sagrado respeto a la libertad, individualidad e independencia de cada amigo.

Los dejo, entonces, con el poema, “El nombre de los Gatos”, incluido en el  libro de los gatos habilidosos del viejo Possum, en el que Eliot acertadamente describe a su majestad, el gato:    

El nombre de los gatos

5 x 7 fina lámina de silueta de gato y gatito sentado en un image 0

Ponerle nombre a un gato, no te asombres
es cosa complicada y no banal.
Seguro que piensas que estoy muy mal,
pero es que un gato ha de tener tres nombres.

De ponerle el primer nombre se encarga
la familia. Serán nombres de gente
común: Pedro, Gabriel, Ana, Vicente.
Ya veis, la lista puede ser muy larga.

Claro que algunos prefieren la opción
de emplear nombres más rebuscados
en los eufónicos tiempos pasados:
Electra, Godofredo, Napoleón.

Pero los gatos, que son muy soberbios,
han de emplear apodos contundentes
que les ayuden a ir entre las gentes
con paso firme y sin perder los nervios.

Son nombres que no podrás pronunciar
sin trabucarte: Munkustrap, Walstato,
Bombabulina, Explorer. Cada gato
ostenta así un nombre particular

Queda otro nombre, pero no hay accesos.
Sólo el gato conoce el tercer nombre
y nunca lo dirá a un hombre
por mucho que lo mimen con mil besos.

Así que, cuando un gato ensimismado
contemples, es seguro que, coqueto,
en su mente repite el gran secreto,
como un mantra sagradoimpronunciable
pronunciable
pronuncimpronunciable
inescrutable, hondo, singular,
su Nombre de verdad.

JUN
2020
03

“Corona de sabiduría, son las canas”

Por: Gloria Dorys Álvarez García,Doctora en Derecho de la Universidad Externado de Colombia y Licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de Nariño.

“En la juventud aprendemos, en la vejez    entendemos”. –Marie von Ebner Eschenbach

cuentos-cortos latinoamericanos

 Imagen tomada de: https://narrativabreve.com/cuentos-cortos-latinoamericanos

 “Para proteger a nuestros abuelos, hemos decretado el aislamiento preventivo obligatorio de todos los adultos mayores de 70 años” (negrillas fuera de texto), sentenció, el presidente Duque, en su alocución televisiva del 17 de marzo de 2020.

En principio, la medida no tuvo mayor discusión.  Ya que en otros países también había sido implementada. Y aunque no fue recibida con mucha agrado, fue asimilada como necesaria para garantizar la salud propia y la de los demás. Sin embargo, conforme transcurrieron los días con sus noches, la molestia no se hizo esperar.  Fue así, entonces, como se generó, primero, en Francia, luego en Inglaterra, Argentina Portugal y España; un curioso movimiento denominado: “La rebelión de las canas”, que, desde luego, ha tenido eco en Colombia.

De hecho, el columnista Daniel Samper Pizano llegó a la siguiente conclusión:  Prefiero menos vida con más vida en vez de más vida con menos vida”. Y, luego, Humberto de la Calle, criticando la excesiva prolongación de la cuarentena, expresó -aludiendo a Andrés Felipe Arias Leiva-: “Uribito va a quedar libre primero que nosotros.”

Para algunos de los inconformes, el término, “abuelitos”, les ha parecido odioso. Por lo que prefieren que se refieran a  ellos como: “personas de la tercera edad” o “adultos mayores”.  Pero nadie sabe, a ciencia cierta, cuál es esa edad.  La Corte Constitucional ha tratado de dar una respuesta, señalando que será aquella que considere el DANE como esperanza de vida.  Mas no hay una categoría normativa que resuelva el asunto, solo esa orientación jurisprudencial que, finalmente, remite a lo que diga el DANE. 

En ese contexto, surge un  debate, en torno a la siguiente cuestión: ¿Resulta acertado y razonable confinar obligatoriamente a las personas mayores de 70 años, acudiendo al argumento según el cual su supuesta vulnerabilidad, al temido virus, pondría en riesgo su salud y, de contera, su vida?

El argumento más fuerte a favor de este enclaustramiento, concierne al importante cometido de salvaguardar la propia vida y la de los demás, con sustento en el dictamen de los expertos en la ciencia médica, todo un sanedrín de médicos epidemiólogos que lo respaldan, sustentado en cifras estadísticas y estudios científicos que confirman el alto riesgo de “los abuelitos” en el contagio del COVID-19.  

Empero este planteamiento es insuficiente, solo da fundamento a la recomendación de la no exposición física. Y de ningún modo de él se sigue que el objetivo deba lograrse de manera coercitiva.  Es decir, que deba hacerse de manera obligatoria.  He allí su pecado, acudir al miedo como instrumento de poder, a fin de coaccionar a un grupo de personas para que obren de una determinada manera. Con el agravante de incurrir en una contradicción: “proteger”, limitando el derecho al libre desarrollo de la personalidad y el derecho a la locomoción. En otras palabras: “Porque te quiero, te aporreo.”

Así, infundir miedo o temor a la muerte por el “virus que corona” , se muestra como la mejor estrategia política y  herramienta de los gobiernos para contenerla a la fuerza; focalizarse en la patogénesis (estudio de las razones por las que las personas se enferman), en vez de centrar sus esfuerzos en la salutogénesis (estudio de las razones por las que un individuo se mantiene saludable). 

Hubiera sido mejor, y más acorde con la dignidad que representan, por su valiosa experiencia, conocimientos y saber; que se les hubiera permitido realizar una elección de quedarse en casa libre de apremios como resultado del ejercicio de  la autonomía de su voluntad.  Y en esa razón, me pregunto: ¿Si no podemos confiar en el buen juicio y  la sabiduría de los viejos, para decidir qué les conviene y qué no, entonces en quién podemos confiar?

De allá de donde vengo, donde “el verde es de todos los colores”, como en otros lugares del mundo, los abuelos simbolizan la máxima autoridad de la familia y de la comunidad. Su sapiencia es admirada y reconocida.  Se obedecen sus órdenes sin rechistar.  Son un tesoro por el cúmulo de conocimientos que poseen sobre: la naturaleza del ser humano, la botánica, el estado del tiempo, la tierra y el universo entero.  Aún más, están investidos del poder de bendecir a sus descendientes: se acostumbra, antes de salir de casa, pedir la bendición de los papás, o aún mejor “del papá señor” o de la “mamá señora”.  Después de esta bendición, que reafirma el amor familiar, el bendecido tiene la convicción de estar protegido contra todo mal y peligro.  

Ejemplos sobre el esplendor en “los años dorados” hay muchos, pero por citar algunos, destaco los siguientes: Cervantes tenía casi 58 años cuando escribió “El Quijote de la Mancha” .  José Saramago recibió el premio Nobel de Literatura a los 76 años.  Y ni que decir de la figura descollante de la arquitectura moderna, el famoso arquitecto brasileño, Niemeyer, quien a sus  100 años, sí señores y señoras,  a sus 100 años, estaba tan lucido que diseñó el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói (Brasil)

Para cerrar con broche de oro, resulta muy pertinente recordar ese refrán que dictamina: “Más sabe el diablo por viejo, que por diablo”, que aunque no utiliza un lenguaje políticamente correcto, sí acierta en deducir que el paso de los años trae un conocimiento invaluable, muy útil y asertivo que no solo favorece a quien lo posee, sino también, a los demás. De ahí, la metáfora bíblica del sabio Salomón, en su libro de Proverbios: “Corona de sabiduría, son las canas”

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JUN
2020
03

ETERNAMENTE, LA RADIO

“La radio afecta a la gente de una forma muy íntima, de tú a tú, y ofrece todo un mundo de comunicación silenciosa entre el escritor-locutor y el oyente”. (Marshall McLuhan)

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Foto de mi radio, en el dial 730 AM de Melodía Estéreo.

En la noche del 30 de octubre de 1938, vísperas de Halloween, un hecho inédito, aconteció en Nueva York y New Yersey, cuando Orson Wells decidió recrear la novela del escritor británico H.G. Wells, «La guerra de los mundos”, quien, valiéndose del formato de un supuesto noticiero, logró convencer a millones de radioescuchas que un ejército de alienígenas había invadido a Estados Unidos: “«damas y caballeros, tengo que anunciarles una grave noticia. Por increíble que parezca, tanto las observaciones científicas como la más palpable realidad nos obligan a creer que los extraños seres que han aterrizado esta noche en una zona rural de Jersey son la vanguardia de un ejército invasor procedente del planeta Marte…». 

La guerra de los mundos 01

 Imagen tomada de: https://www.nationalgeographic.es/historia/2019/10/la-guerra-de-los-mundos-el-mito-de-la-emision-de-radio-que-desencadeno-el-panico

 En esos históricos 59 minutos, muchas personas fueron presa del pánico. Los teléfonos de emergencia no paraban de repicar y cientos de mensajes aseguraban haber visto a los supuestos extraterrestres.  Y para hacer aún más creíble ese relato radiofónico, a sus libretistas, se les ocurrió finalizar la dramatización con la muerte ficticia del mismo Orson Welles.

 Este hecho hizo reflexionar, después de 18 años de haberse inventado la radio, sobre su  enorme impacto.  Ya que puso en evidencia el poder de  la fuerza dramática, narrativa y descriptiva de la voz al servicio de la  radio.     

En pleno siglo XXI, la radio sigue siendo un medio masivo de comunicación muy vigente, pese a las nuevas tecnologías.  Su versatilidad, alcance y la virtud de reinventarse así lo ratifican. Es capaz de informar, entretener y divertir sin interferir con las actividades cotidianas de sus oyentes. 

En lo personal, tengo una deuda de gratitud con la radio.  Pues ella ha fungido como una verdadera compañera en muchos momentos importantes y no tan importantes,  ha sido esa magia, esa sal y pimienta que le ha dado sabor a mi vida.  

Cómo olvidar la época de oro de las grandes radio novelas, del radio teatro, de las magníficas voces, de la música y los maravillosos efectos que permitían que el radio oyente viajara con su imaginación a lugares fantásticos.  Con Kaliman, el hombre increíble, protagonizado por Gaspar Ospina, aprendí frases de sabiduría, que siempre pervivirán en mi memoria: “Serenidad y paciencia, mi pequeño Solin”. 

 En las tardes, mientras hacíamos las tareas-no pregunten cómo quedaban-, escuchábamos, con mi hermana Myriam, las radionovelas interpretadas por figuras como: Carlos de la Fuente, Leticia Palacio, Chela del Rio o Lucy Colombia Arias.  También, las noticias leídas, en el servicio de noticias de Caracol, por la hermosa voz de Teresa Gutiérrez.  Y de tanto en tanto, con el café de las 4:00 p.m. y el pan con queso se pasaba la tarde muy amenamente.

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 Imagen tomada del video: Cómo se hacían las radionovelas? Noticias Uno.

En todo el departamento de Nariño, era muy famoso el locutor “Pachito Muñoz”, con quien teníamos una cita todos los domingos en la mañana, para escuchar su programa, “Fiesta Dominical” en la que, desde el teatro del Colegio Javeriano, promocionaba a las jóvenes promesas musicales, que provenían de todos los sectores rurales de ese departamento, a quienes cariñosamente él llamaba: “mis pequeños artistas”.  

Fiesta Dominical, 61 años de historia radial- "Pachito Muñoz ...

En memoria de la vida de “Pachito Muñoz” patrimonio de la radio sureña, un artículo de Javier Vallejo Díaz, publicado en Udenar Periódico Edición No. 25, octubre de 2011.  Imagen tomada de: https://periodico.udenar.edu.co/a-la-memoria-de-pachito-munoz/

Ni que decir de los programas musicales románticos en los que los locutores acostumbraban a hacer complacencias musicales a sus fieles oyentes, poniendo en el torna mesa sus canciones favoritas.  Así, el locutor decía:  “A esta hora, en el barrio las Lunas, nos escucha Luis Antonio, quien ha pedido una complacencia musical”.

La emisora Ondas del Mayo en Pasto trasmitía el programa: “Atardecer Campesino”, dedicado a enviar mensajes a lugares donde era difícil la comunicación.  Entonces, el locutor decía: “Que el señor Facundino Solarte le manda a decir al señor Miguel  García: que tenga lista mañana al medio día,  un par de bestias en el puente de Policarpa.” Era comunicación demasiado   efectiva, porque no solo se enteraba el destinatario, sino la comunidad entera

El anecdotario es infinito y está repleto de muchas hilarantes historias.  Y de eso sí que sabe mi amigo Mauricio Patiño Bustos, locutor de la cadena cristiana HCJB, en Quito Ecuador.  Quien siempre cuenta que había en Ipiales (Nariño) un locutor, quien al terminar de sonar una canción, indicaba con tono romántico “A la manera y el estilo del cantante XX. nos decía (título de la canción)”.  Fue así como cierto día, expresó: “A la manera y el estilo del grupo de Salsa Junior, nos decía: “No me digas Nada”.

Pero la radio ha sido ambiciosa y ha ido  más allá de divertir o entretener. Toda vez, ha cumplido también un papel social y cultural importante, con las escuelas radiofónicas, a través de la Radiodifusora Nacional de Colombia y Radio Sutatenza, última esta que significó una especie de revolución cultural en el país, pues adelantó campañas educativas que hicieron parte del modelo de Educación Fundamental Integral (EFI) que conjugaban la educación con una intención de poner en práctica conocimientos para solucionar problemas y generar cambios sociales en el campo. Afortunadamente, hoy por hoy, la radio no ha perdido ese rol.  Ya que en ese cometido siguen seriamente comprometidas emisoras muy representativas como: la Radiodifusora Nacional de Colombia y  la HJCK.  E, igualmente, también, muy buenas emisoras provenientes de  universidades y de diversas comunidades. 

Volviendo a mi relato: cuando estudié Derecho, mi relación con RCN Radio fue muy cercana, anochecía con Nocturna RCN y me despertaba a las 4 de la mañana con un programa dedicado al agro colombiano.  No se me olvida una madrugada en la que tenía que preparar algún tema de Derecho de Sociedades y se me ocurrió prender la radio, el locutor estaba hablando del raro “síndrome de la puerquita parturienta”. Finalmente, no solo aprendí de derecho societario, sino también algo de porcicultura.  Y aunque no parezca cierto, me fue bien en el examen. 

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Locutor: Luis Antonio Pazos Morales 

Hoy, me declaro una “radiófila”; una adicta a la poética de las ondas sonoras; una admiradora de la fuerza, de la potencia, de la belleza, del arte de la voz; del ingenio radiofónico y de la magia del sonido. Donde quiera que me encuentre, ya sea con radio de pilas, celular o a través del internet, me acompañan muchas voces y sonidos: Tito Martínez, en Melodía Estéreo; Arritoquieta Pimentel y Alejandro Villegas, con “Lo mejor de los Mejores”;  Juan Manuel  Ruiz y Andrea Lacopelo con “Cultura RCN”; Indalecio Castellanos con “Al Fin de Semana”; Julio Sánchez Cristo y  Juan Pablo Calvás,  en W radio; el extraordinario doctor Santiago Rojas, médico del alma y del cuerpo,  con Sana mente.  Y ni que decir, lo grata que ha hecho esta cuarentena escuchar “Mi Novela Favorita” con la formidable presentación del Nobel, Mario Vargas Llosa, y la actuación del grupo de radio teatro de Radio Programas de Perú, en la que se pone en escena verdaderas joyas de la literatura clásica universal. Volver a escuchar radioteatro, me trae mucha nostalgia, pero también felicidad, al evocar los días de la infancia. 

A través de esta crónica, hago un homenaje a la radio, a  la icónica figura del  locutor y periodista; a ese ser que está de tras de un micrófono; que, no obstante, tener nuestras mismas afujías humanas, nos anima y alegra el corazón; nos da la hora, nos informa, nos enseña, juega con su imaginación y la nuestra, y que nos convence que: “En el restaurante Don Pancho  venden la mejor chuleta de Pasto” , que   “si su niño no camina, caminará con Farina” , Y que: “El dolor le tiene miedo a Dolorán, porque. Dolorán se frota y el dolor se marcha»  

Para él, desde mi alma, hago una “dedicatoria musical” de cada frase, palabra y fonema de la canción, “Tu voz”; algún día interpretada, con la Sonora Matancera, por la inolvidable Celia Cruz:

Tu voz

Compositor Ramón Cabrera

No sé qué tiene tu voz que fascina
No sé que tiene tu voz tan divina
Que en mágico vuelo le traje consuelo
A mi corazón

No sé qué tiene tu voz que domina
Como embrujo de magia a mi pasión

Tu voz se adentró en mi ser y la tengo presa
Tu voz que es tañer campanas al morir la tarde
Tu voz que es gemir de violines
En las madrugadas

Es el divino poder
Que tienes en mi bien para enternecerTu voz que es susurro de palmas, ternura de brisa
Tu voz que es trinar cenzonte en la enramada
Tu voz cristalina corriente cual, cual una cascada
Dios te bendiga mi bien, tu gracia y tu ser…

ABR
2020
30

“EL PRINCIPITO” Y NUESTRO NIÑO INTERIOR

En el fondo de todo adulto yace un niño eterno, en continua formación, nunca terminado, que solicita cuidado, atención y educación constantes. Esta es la parte de la personalidad humana que aspira a desarrollarse y a alcanzar la plenitud.” Carl Gustav Jung

Una lluviosa mañana, del 29 de julio de 2014, me dirigía al trabajo, en medio de la habitual congestión del tránsito de Bogotá. No obstante, mientras veía el movimiento de las plumillas en el parabrisas una y otra vez, hubo algo que interrumpió esa observación”, al escuchar en la radio una noticia totalmente inédita: El juez de familia de la ciudad de Rosario (Argentina), Ricardo Dutto, había zanjado una disputa de los padres de dos niños de 6 y 12 años de edad, obligándolos a leer, en familia: la Convención sobre los Derechos del Niño  y las obras literarias: Ética para Amador de Fernando Savater y El Principito de Antoine de Saint Exupery.

Después de escuchar tan curiosa noticia, razoné que era apenas comprensible que se hubiera ordenado la lectura de esa Convención, para garantizar que, a partir de su cabal conocimiento, los padres pudieran respetar y garantizar los derechos de los infantes. Y en cuanto concierne al texto de Savater, juzgué como muy conveniente su lectura por tratarse de un libro sobre la filosofía del buen vivir, que podría contribuir a mejorar las relaciones familiares, pero ¿por qué El Principito?

Pues bien, El Principito, publicado en 1943 y traducido en más de 250 idiomas, constituye una espléndida obra literaria con contenido filosófico y poético que describe la historia de un piloto, cuyo avión ha sufrido una avería en el desierto del Sahara. El narrador, que es el mismo piloto, recuerda un episodio de su niñez en el que dice haberse sentido muy solo e incomprendido por el mundo adulto: “Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una boa que estaba digiriendo un elefante. Así que dibujé el interior de la boa a fin de que las personas mayores pudiesen entenderlo. Siempre necesitan explicaciones”.

Ilustracion tomada del libro, «El Principito»

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Una mañana, así como de la nada, apareció un niño de dorada cabellera, bufanda roja y abrigo azul. Como todos los niños, el Principito, era muy espontáneo, curioso, creativo, imaginativo, sincero, pero sobre todo un gran maestro de la filosofía de la vida.

Procedía del Asteroide B-612, donde tenía una rosa que cuidar y tres volcanes que limpiar. Sin embargo, un día discutió con su rosa y tal fue su molestia que abandonó su planeta para explorar siete planetas. Antes de llegar a la tierra, había estado ya en seis. En cada uno había conocido a un personaje representativo de los defectos, excesos y debilidades de los adultos, a saber: El rey obsesivo por el poder, el vanidoso, el bebedor, el hombre de negocios, el farolero que desempeñaba un trabajo que no le gustaba e ignoraba por qué lo hacía, y el geógrafo, a quien le interesaba conocer todo, menos, su mundo. Y, desde luego, al visitar la tierra, halló algo de todos. Por lo que el Principito exclamó: “La Tierra no es un planeta cualquiera! Se cuentan en él ciento once reyes (sin olvidar, naturalmente, los reyes negros), siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios, siete millones y medio de borrachos, trescientos once millones de vanidosos, es decir, alrededor de dos mil millones de personas mayores.”

En ese recorrido, El Principito, describe cómo la adultez se aleja de los valores esenciales de la vida, para dar paso a lo cuantificable y tangible. De ahí, esta frase: A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial.”

El Principito es una obra que acude a la metáfora del viaje de la niñez hacia la adultez y de ésta a la niñez, en la que el diálogo se construye con una misma persona, pero con dos roles diferentes. Pues, el Principito es la persona del piloto solo que cuando era niño. Es ese niño interior del aviador que, al terminar la novela, el adulto añora volver a ver: “Mirad atentamente este paisaje para que estéis seguros de poder reconocerlo si viajáis alguna vez por África, por el desierto. Y si por casualidad pasáis por allí, os pido por favor que no os apresuréis, ¡esperad un poco, justo debajo de la estrella! Si entonces un niño se os acerca, si ríe, si tiene pelo de oro, si no contesta cuando le preguntáis algo, adivinaréis enseguida quién es. Por favor, sed amable y no me dejéis tan triste: escribidme enseguida y decidme que ha vuelto…”

Carl Gustav Jung, psicólogo y siquiatra suizo, introdujo las bases de lo que hoy se conoce como el niño interior, a través de su concepto del “motivo del niño”, entendido como la representación del aspecto preconsciente de la infancia. Por tanto, el niño interior corresponde a ese conjunto de recuerdos, experiencias y emociones que perviven en nuestro inconsciente.

En ese contexto, a pesar de que El Principito está catalogado como una obra de la literatura infantil. Está escrito para los adultos que desean redescubrir el niño interior que anida en las profundidades y resquicios de su subconsciente. E induce a que los mayores nos cuestionemos: ¿En qué momento y por qué abandonamos los más bonitos valores y cualidades de niños y niñas, ¿fue acaso, el día en que empezamos a creer que el sinónimo de responsabilidad era el de amargura, aburrimiento y total desdén por la simplicidad de la vida? Será, entonces, que si extrapolamos, nuestra reflexión sobre esta transformación del alma humana, al razonamiento de Rousseau, “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”, debemos inferir que en el proceso de transformación de niño a hombre: “El hombre nace alegre, pero la adultez lo vuelve amargo y aburrido?

Uno puede leer y releer muchas veces El Principito, pero siempre sus frases cargadas de sabiduría y verdad tocarán nuestro corazón. Es imposible no identificarnos con ese encantador niño, y dejar de trasladarnos a los días mágicos de la infancia.

Alguna vez fuimos esos seres que dibujamos y coloreábamos sin importar lo bien o lo mal que lo hiciéramos; los que disfrutábamos de la fantasía y podíamos convertirnos en un héroe o heroína con súper poderes; los que creíamos en Papá Noel, a pesar de saber racionalmente que no existía y que era una invención publicitaria de Coca-Cola; los que peleábamos, pero fácilmente nos contentábamos y pronto olvidábamos la ofensa; los que, como dice Coelho, siempre estábamos alegres sin saber por qué; los que teníamos un alto concepto de la amistad, pues hacíamos nuevos amigos rápidamente para aprender, jugar y divertirnos, y si el amigo se iba, rompíamos en un llanto inconsolable; los que nos moríamos de la risa, jugando al trineo; los seres curiosos, que poníamos en aprietos a papás y maestros, para responder al por qué de todas las cosas; esos niños y niñas tiernos e ingenuos para quienes el tiempo y la agitación no existía; y aquellos que se maravillaban, y no ocultaban su asombro con la lluvia, las puestas del sol y el universo entero.

Justamente, a mi mente llega una anécdota en la que funjo como protagonista de esa candidez infantil: Una noche, cuando tenía tres años, y ya era hora de irse a dormir, me quedé observando fijamente a la luna, y con cara de asombro, comenté: “Mamá, creo que a papá Dios se le olvidó apagar la luna”.

Finalmente, frente a la pregunta inicial en torno las razones y motivaciones que habrían llevado al juez Ricardo Dutto a adoptar esta ingeniosa solución judicial, de ordenar la lectura familiar de El Principito. Pienso que ésta halla sustento en lo que la filósofa Martha Nussbaum ha denominado como la “Poética de la Justicia”, que considera a la literatura como una importante herramienta en la toma de determinaciones judiciales. También, refleja el talante de un hombre justo, orientado por una concepción integral y holística del ser humano, en la que la finalidad de su decisión no solo propendía por resolver un determinado litigio, sino también por el crecimiento personal de los padres y su asertiva comunicación con el mundo infantil de sus hijos, a partir de la praxis y apropiación de la filosofía de vida a la que amorosamente nos invita nuestro amigo El Principito. Pues, “Lo esencial es invisible a los ojos.” (El Principito)

1 Ilustración tomada del libro, “El Principito”

ABR
2020
16

ACRÓSTICO CUARENTENA

Cuida tu salud y la de los demás.
Utiliza tu creatividad para demostrar afecto a los demás.
Aprende mucho.
Reinvéntate.
Ejercítate.
No descuides tu presentación personal.
Trata de hacer tus días diferentes.
Enriquece tus conocimientos.
No discrimines a nadie.
Ama a los demás y a ti mismo.

ABR
2020
16

“NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA”: EL VIRUS QUE CORONA

El 25 de marzo de este año, el canal CNN registraba la siguiente noticia: “El hijo de la reina Isabel II, heredero del trono, dio positivo por covid-19. Hasta el momento el príncipe de Gales experimenta síntomas leves y se encuentra aislado”. Desde luego, además de sorprender esta noticia, porque pareciera que la sangre azul no es igual de vulnerable a la del resto de los demás mortales, se prestó para muchos “memes” en las redes sociales, entre ellos, el que comentaba cómo si bien la corona inglesa le había sido esquiva al príncipe Carlos, otro tipo de corona había llegado a su vida. Por eso, con razón, Nieves, ingenioso personaje creado por la caricaturista, Consuelo Lago, el pasado 5 de abril, en El Espectador, concluía: “Ahora sí todos somos iguales”.

En Colombia, desde el 6 de marzo, fecha en que se conoció el primer caso de Covid 19, nuestra vida ya no es la misma. Y para quienes no somos ni médicos ni trabajamos en el área de la salud, nos embarga un sentimiento de enorme impotencia y frustración cuando escuchamos el vertiginoso ascenso del número de las personas infectadas y fallecidas. La letalidad del virus es contundente y nos intimida. Por ello, los gobiernos de muchos países han adoptado como una medida para conjurarlo, el confinamiento.

Pero en este universo tan complejo, nada parece absoluto. Y cómo, dice el escritor y pensador español, Ramón de Campoamor y Campo Osorio: “Todo depende con el cristal que se mire”. Es así como frente a un mismo hecho, pueden coexistir diferentes miradas que resulta cada una plausible desde el contexto y la subjetividad de cada observador. Por consiguiente, un mismo fenómeno puede ser interpretado bajo una mirada optimista o pesimista. En efecto, una expresión de la primera corresponde a la filosofía popular plasmada en el siguiente refrán: “No hay mal que por bien no venga”, en el que se sentencia que algo que trae inicialmente: dolor, caos, desazón o preocupación, puede contener también algo positivo o constructivo.

Pues, bien, algunos de los efectos de la expansión del Covid 19, “el virus que corona”, y las medidas dispuestas para evitar su propagación, entre ellas, el aislamiento social, pueden ser apreciados, también, a través del cristal del optimismo, como una oportunidad de cambio y renovación a través de algunos aspectos positivos que resalto así:

  • Autoconocimiento: Este tiempo nos ha ayudado a realizar un alto en el camino, conocernos mejor ante una situación atípica como lo es el aislamiento y establecer las verdaderas prioridades de nuestra vida.
  • Oportunidad para reinventarnos y sacar nuestra mejor versión: Con acierto, dijo Darwin que la especie que sobrevive no es la más fuerte ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta a los cambios. Y es por esta razón que esta época exige nuestra renovación, a través de cambios que se sintonicen con esos nuevos desafíos. Es así como necesariamente debemos dar apertura a nuestra mente para ajustarnos exitosamente a las transformaciones que vienen día con día, por ejemplo: interesándonos por descubrir y aprender a manejar las nuevas herramientas digitales. Aventurarnos a ejecutar un proyecto, que sabemos somos capaces, pero que por temor renunciamos a él. O, simplemente, para modificar algunos hábitos o actitudes que nos impiden ser felices.
  • Fortalecer los lazos familiares: Gracias al encierro podemos compartir más tiempo con nuestra familia; cocinar juntos; ver películas; conversar sin límites. Y sobre todo saber más de cada uno. Desde luego, a veces, puede ser un reto convivir las 24 horas del día con el entorno familiar, pues cada uno demanda legítimamente su propio espacio. No obstante, la aplicación amorosa de reglas de respeto y tolerancia de los espacios propios de cada integrante de la familia y el reconocimiento de cada individualidad puede facilitar la convivencia.
  • Más tiempo para nosotros: Si bien, el teletrabajo implica igual responsabilidad y dedicación que el trabajo presencial, una adecuada optimización del tiempo, permite dedicarlo para nosotros mismos en tareas muy útiles, tales como: aprender on line un océano de temas que nos interesan, realizar ejercicio físico a través de tutoriales, meditar, practicar yoga, gimnasia, leer, escribir o escuchar buena música, por citar algunos ejemplos. De manera que, en cuarentena, para la gran mayoría, ya no existe la eterna excusa de: “No tengo tiempo”.
  • Retorno de especies animales y mejoramiento ambiental: Para nadie es un secreto que la naturaleza funciona mejor en el silencio y bajo la menor intromisión humana posible. Justamente, en estos días, las noticias registran el regreso de algunas especies a la ciudad, verbi gratia: un puma recorriendo las calles de Santiago de Chile; Ciervos Sika en Nara (Japón); mapaches en San Felipe (Panamá) o jabalíes en Barcelona. El agua de Venecia más clara por la reducción de taxis de motor, autobuses acuáticos y barcos turísticos. De hecho, en Bogotá, la calidad del aire ha mejorado tanto que hoy podemos abrir nuestras ventanas con la confianza de respirar un aire más puro. Igualmente, los pájaros regresaron para alegrar nuestro despertar. Así es, desde hace algunos días, desde las 4:30 am, mi reloj despertador fue reemplazado por el variado repertorio de una Mirla que canta desde un árbol de Eugenia cercano a mi ventana.
  • Comunicación con los viejos amigos y amigas: El aislamiento ha hecho que le demos mayor valor a la amistad, por lo que estos tiempos de cuarentena han servido para llamar a esos entrañables amigos y amigas que siempre han estado en nuestro pensamiento, pero que habíamos dejado de saludar por la prisa de cada día.
  • Despertar del sentimiento de solidaridad: Lastimosamente, el actual encierro ha perjudicado también a las personas más pobres, privándolas de los exiguos ingresos que antes del confinamiento les servían escasamente para sobrevivir. Sin embargo, esa situación ha servido para despertar el sentimiento colectivo de solidaridad, y demostrar la generosidad de los que tienen mucho, algo o poco. De hecho, algunos de esos nobles actos dieron lugar a la columna: “El virus que sacó a flote lo mejor del alma humana”, del escritor y periodista, Juan Gossaín

Y aunque resulta innegable que el problema de la pobreza tiene raíces estructurales, y no basta, como dice el proverbio chino, con dar el pez sino enseñar a pescar, parece un buen comienzo, entender que la necesidad del uno es la necesidad del otro y que, por tanto, a todos concierne en mayor o menor grado procurar su satisfacción.

  • Resurgimiento de la espiritualidad: A diario, algunas personas de manera individual o con sus familias destinan tiempos especiales, para mantener y fortalecer su vida espiritual, a través de la oración, la meditación o reflexión sobre mensajes de amor, fraternidad o esperanza. Un corazón animado y fervoroso resulta ser un gran aliado en todo tiempo.

Ahora, si bien, la era post confinamiento implicará esfuerzos personales y colectivos de índole extraordinario para asegurar un tipo de estabilidad que seguro tardaremos en lograr. La historia ratifica la capacidad de resiliencia del ser humano, misma que hizo posible que, después de la terrible Peste Negra, llegara, en los siglos XV y XVI, a Europa Occidental, el resplandor del Renacimiento.

Por tanto, esperemos con optimismo, según el refrán que se ha citado en el título de este ensayo, que esa transformación que ha llegado con un virus, sea constructiva en la comprensión del sentido de nuestra existencia, la verdadera finalidad de nuestro paso por este mundo; y el auténtico significado de nuestro ser superior, de la familia, de los amigos, del abrazo, del beso y del calor humano que ahora añoramos ávidamente, bajo la convicción de que: “Lo esencial es invisible a los ojos”.

ABR
2020
14

¿LA SUERTE DE LA «FEA» LA «BONITA» LA DESEA?

Confieso que desde niña no he logrado entender del todo este refrán: ¿A qué tipo de suerte se refiere?, ¿suerte en el amor?, ¿suerte en la lotería?, ¿suerte en el trabajo? Y ¿Por qué en él se excluye a los hombres?, ¿qué es bello?, ¿qué es feo?, ¿quién lo define y por qué las mujeres se sienten obligadas a seguir ciertos patrones o paradigmas que les impone la moda?
Cuenta Khalil Gibran, en el cuento Vestiduras Un buen día la Belleza y la Fealdad se encontraron a orillas del mar. Y se dijeron la una a la otra: ¡Démonos un baño! Se despojaron, pues, de sus ropas y se sumergieron en las olas. Al cabo de un rato la Fealdad volvió a salir a la orilla, se puso las ropas de la Belleza y siguió su camino. También la Belleza salió del agua, pero no encontró su vestimenta, y como le disgustaba ir desnuda, se puso los vestidos de la Fealdad y continuó su camino. Y hasta el día de hoy las personas confunden a una con la otra. De manera que esta historia pone en evidencia que la belleza y la fealdad -a los ojos de los simples mortales- son muy difíciles de identificar.
En todo tiempo, los hombres y las mujeres han admirado la belleza y rechazado la fealdad, al punto que en la psicología existe una nueva tipología de fobia denominada Cacofobia, que alude al temor a las personas o cosas feas.
Platón, quien sentó los fundamentos de la ciencia de lo Bello, definió la belleza como: despierta . Podría decirse también que el concepto de lo bello concierne a un consenso general, sobre lo que la mayoría califica como agradable, deseable y admirable. De tal manera, que todo lo ajeno a esos parámetros o cánones de carácter convencional se tendrá como feo. Y si extrapolamos esta afirmación a lo que se concibe como la moda, se puede advertir que las diferentes tendencias son aceptadas dependiendo las preferencias de una época específica.
Por citar algunos ejemplos: En la época prehistórica, la belleza estaba asociada a la fertilidad y a la misión de dar a luz, de modo que dentro de las características físicas más importantes de la mujer estaba poseer caderas anchas y pechos muy prominentes; mientras tanto, en la China del siglo X, la belleza fue asociada con los pies pequeños, conocidos como Flor del Loto, pues se estilaba la costumbre, dentro de la clase alta, de vendar los pies de las niñas para evitar su crecimiento y, en consecuencia, se les dificultara caminar, como una manera de limitar su libertad de locomoción. En el siglo XVII, a diferencia de la época actual, los cánones estéticos se decantaron por las mujeres rollizas, de ello dan testimonio las pinturas de Rubens. En el siglo XIX, época Victoriana, se impuso el uso de corsés para resaltar el busto y las caderas, imponiendo la forma del reloj de arena, que provocaba desmayos o incluso la muerte por deformación del tórax; Sin embargo, a principios del siglo XX, Coco Chanel liberó a las mujeres del corsé para darles mayor comodidad e impuso el uso de prendas masculinas como el pantalón y la moda del cabello corto; en los maravillosos 60, llegó la minifalda como
una forma de liberación femenina. En los 90, las mujeres siguen evolucionando en la delgadez, pero bajo las características de actrices como Pamela Anderson, y destacada por sus prominentes labios, pómulos y su generoso busto; y en el nuevo milenio, sobresalen las mujeres extremadamente delgadas, tal y como puede apreciarse en las modelos europeas.
Y recientemente leí que en contraposición a body shaming desde 2007, ha venido desarrollándose el movimiento de aceptación femenina, body positive , un nuevo concepto de estética basado en la naturalidad humana que promueve la apertura y aceptación del cuerpo tal y como es con todos sus defectos, sin importar su formato. Es como un grito de emancipación femenina en contra los ideales de belleza imposibles de cumplir. Pero como todo, criticado por sus detractores, quienes aducen en su contra que esta corriente significa irse al otro extremo por constituirse en una apología al desgreño y negligencia en el autocuidado.
Al margen de las anteriores discusiones y debates sobre la apariencia física de la mujer, debe precisarse si la noción de belleza alude únicamente al aspecto físico o si involucra a algo más profundo, como los sentimientos, valores o principios.
Por citar algunos ejemplos, existen obras en las que sus personajes son aparentemente feos, pero su interior es tan profundamente bello, que no importa su apariencia: En el Jorobado de Notredame, Víctor Hugo describe a Cuasimodo, un campanero, oculto a los ojos de los habitantes de Paris, que tiene el encargo de tocar las campanas de Notredame, quien al lector cautiva por su espíritu tierno y bondadoso. Igual, en la Bella y la Bestia, recreada en dibujos animados por Disney, en el personaje de la Bestia, después de conocer a Bella y enamorarse, aflora sentimientos de humanidad y bondad.
De manera que al analizar estas historias, que viven en el imaginario de todos nosotros, se representan dos tipos de belleza: una física, perceptible a través de los sentidos; y otra, como diría Saint-Exupéry, en su formidable Principito , Al igual, las dos obras coinciden en asignarles a las mujeres el atributo de la belleza, mientras que a los dos protagonistas masculinos, se les asocia con la fealdad física, pero con valores específicos que los engrandecen.
No obstante, en el mundo de la moda, de los medios masivos de comunicación, del internet y las redes sociales se rinde culto a una sola clase de belleza, la que solo puede percibirse con los ojos, y en tal caso no importara incluso si esa imagen resulta real o falsa. Y, de manera predominante, la sociedad le exige a la mujer la sujeción a determinados parámetros estéticos.1
Y para contestar a la pregunta de por qué se exige a la mujer ser bella, debe recordarse que en el concierto de la historia, ésta ha sido el símbolo y la representación de la belleza: De hecho, siempre ha sido objeto de toda clase de artes, como la pintura, la escultura o la poesía. Así, e interroga: ¿qué hubiera escrito Neruda?, ¿Qué habría pintado Picasso?.
Dentro la concepción machista, la mujer es débil y el hombre el fuerte; ella la parte pasiva y él la parte activa; la mujer delicada y el hombre el rudo. Y siempre en la contemplación de lo bello, habrá uno que observa, juzga y aprecia, mientras el otro es observado. De ahí que en esa relación de contemplación, el hombre es el sujeto que juzga lo bello, y la mujer, simplemente, un objeto de admiración.
Además, existe una seudoverdad, son excluyentes. Entonces bajo ese razonamiento, quien es bella no será será dificultad adicional, y es que hoy por hoy se conoce que no existe una inteligencia única sino varias clases de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal y cinestésica, intrapersonal, interpersonal, emocional y social, por citar unos ejemplos. Y por tanto, viene al caso una anécdota muy conocida que se desarrolla en un diálogo entre Einstein y Marlyn Monroe, que pone en evidencia la errónea creencia de que inteligencia intelectual y belleza física son excluyentes, cuando ella le pregunta: «Qué dice profesor, deberíamos casarnos y tener un hijo juntos. ¿Se imagina un bebé con mi belleza y su inteligencia? Pero Einstein respondió seriamente a su propuesta: Desafortunadamente me temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y su inteligencia».

1 Para una mayor ilustración se puede leer la tesis ¿POR QUÉ SE TOMA LA MUJER POR BELLA? UNA APUESTA POR UNA FILOSOFÍA DE LA BELLEZA FEMENINA de PAOLA ANDREA FERNÁNDEZ ZAPATA, presentada para optar el título de filosofa en la Universidad Javeriana de Cali. en donde entiende a la mujer como la idealización de lo bello.
Entonces, volviendo al dicho popular, con el cual se inició este ensayo ¿La suerte de la fea, la bonita la desea? , además, de sugerir tácitamente la existencia de un sentimiento de envidia y rivalidad entre las mujeres por su apariencia, parte de la idea falsa de acoger como único criterio de belleza, el físico. Noción de belleza que, como se ha visto, además de su enorme complejidad, es muy relativa, porque obedece a disímiles perspectivas y cánones estéticos imperantes en épocas, culturas o lugares determinados. Al igual, en esa lógica, no habría términos medios, ya que podría pensarse que la mujer que no es ni bella ni fea, bajo esa idea de ese aforismo popular, no tiene ni buena, ni mala suerte ; mejor dicho ni siquiera existe.
Por todo lo anterior, me parece no solo desafortunada sino también injusta esa sentencia popular, de que la suerte de la fea la bonita la desea , por lo que prefiero la frase de Sócrates, cuando con gran sabiduría atinó a decir: La belleza de la mujer se halla iluminada por una luz que nos lleva y convida a contemplar el alma que tal cuerpo habita, y si aquélla

En este día, en que se conmemora mundialmente el Día de la Mujer, dejo esta reflexión para que pensemos, redefinamos, qué es lo verdaderamente bello, y por tanto, reformulemos el concepto de la mujer en la historia como mera imagen, criatura débil y pasiva; la comprendamos en su verdadera esencia y significado en la perfecta armonía de sus capacidades, poderes, su ser y su espíritu; en la sinfonía de un universo que fue creado para ser perfecto.

*Doctora en Derecho de la Universidad Externado de Colombia y Licenciada en Filosofía y Letras de la Universidad de Nariño.